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Paola Uccelli (Lima, 1965) es catedrática de educación en la Harvard Graduate School of Education. La comunidad educativa reunida en la sala Música del … Palacio Miramar la atiende como se atiende a los gurús. Invitada a los cursos de verano de la Universidad del País Vasco para abordar “pedagogías que amplían las voces y la comprensión”, toca un tema tan mundano como estratégico para el futuro de la sociedad: “Hablamos de mejorar la comprensión lectora de textos”, resume Oihana Leonet, directora del curso e investigadora del Donostia Research group on Education And Multilingualism (DREAM). Espera que con ayuda de Paola, “seamos capaces de crear conciencia sobre el tema”.
– En su conferencia, ha mencionado que aquí, en Euskadi, tenemos un contexto óptimo para el asunto que nos ocupa.
– Aquí encontramos un caso inspirador de protección de la lengua. Tenéis una perspectiva privilegiada sobre el lenguaje, que además de lo cognitivo, atiende lo emocional, a la identidad, a la pertenencia. Eso determina cómo pensamos en el andamiaje de la lengua desde esa perspectiva global. Hay un alineamiento para tener la lengua como elemento central en la educación.
– Su idea principal ha sido fomentar la discusión. ¿Podría desarrollarla?
– Sí, es una de mis misiones: que la gente entienda cuánto se aprende con la conversación y la discusión. Y viceversa, cuánto perdemos cuando no nos involucramos en casa o en la escuela en hablar o discutir. No tengo nada contra la tecnología hasta que le resta terreno a la conversación. Tenemos datos de que los minutos de debate se han reducido ocho veces en los últimos años. La familia es un espacio importantísimo. Los niños aprenden en interacción.
– Y, claro, eso no ocurre con los móviles o las tabletas…
– El móvil es una herramienta unidireccional. No hay interacción. Nadie debate una idea. Vas a lo sabido, a lo cómodo. Nadie te amplía el mundo a través del lenguaje. Tener vocabulario para las emociones, por ejemplo, es importante. No tener conversaciones hace que los niños tengan menos oportunidades de aprendizaje.
– ¿Es esa una conclusión científica?
– Tengo una investigación que dice que los padres que han tenido cierto nivel de conversaciones con niños de dos años y medio, a través de cuentos o de juegos de fantasía, diez años más tarde han visto que esos niños tienen el lenguaje de los textos más desarrollado para la comprensión.
– ¿Cuentos o juegos?
– Exacto. Debatir no solo en la escuela, también en familias, sobre noticias, sobre películas, sobre por qué la gente actúa de cierta manera…
– Entonces, ¿qué es mejor: mandar a los niños a la cama a leer o hablar (discutir) un rato con ellos?
– Espero que no sean excluyentes. Lo que más echo de menos de cuando mis hijas eran pequeñas es leer junto a ellas un libro y discutirlo. O que lean algo y te lo cuenten. Antes pensábamos que si los niños tenían dificultades, debían leer mucho. Pero cuando no tienen el lenguaje para entender por sí solos un texto, la lectura es muy frustrante. Hay dos caminos. Hay libros para decodificar, de textos simples que leen solos. Así practican. Y luego está el otro camino, el de la lectura compartida con adultos (hermanos, profesores…) en la que a través de la discusión van ampliando su conocimiento del mundo, su comprensión sobre por qué la gente actúa de una manera.
– Intuyo que es la segunda vía la que reivindica.
– Y más con la competencia que plantean las nuevas tecnologías. La lectura requiere esfuerzo, el smartphone no. Los alumnos necesitan motivación.
– Hablando de motivación. Ha usado el ejemplo de un texto plagado de correcciones con bolígrafo rojo.
– No es que no se deba corregir gramática u ortografía, pero si se devuelven solo correcciones, no hay una voz escuchada y se entiende la escritura como cosa mecánica, no de ideas. Hay como un silenciamiento de la voz. Si un profesor valora la idea del alumno y debate sobre qué piensa y le ayuda a desarrollarla, se puede dar una mejora. Hay una conversación de escritura como generadora de contenidos.
– Hablar, hablar y hablar…
– Es que hay una brecha de rendimiento, de lectura, pero hay otra brecha tremenda de relevancia y de voz. De hablar. Todos los contenidos de la escuela están ahí por una razón, pero hay que enmarcarlos de manera que sean relevantes para los alumnos. Darles la voz para intercambiar perspectivas. La lengua es escritura, lectura y oralidad. Desde la escuela, el aprendizaje tendría que estar siempre coordinado, en todas las modalidades. Escribiendo se aprende a leer. Hablando se aprende a escribir mejor.
– El profesor clásico prefiere silencio y orden en clase…
– …y pensará que tiene la situación bajo control. En el pasado, incluso, los niños hablaban más fuera de clase, pero ahora no. El espacio para discutir es más importante que nunca.
– Sin que se desmadre la clase…
– Hay estrategias. Lo que está claro es que están más motivados si hablan. En silencio, ¿cómo sabes si su mente sigue ahí o está volando? Cuando la motivación es mayor, los maestros son capaces de ver ideas complejas de los alumnos y se sorprenden. Es más prometedor de lo que parece.
– ¿Qué opina del nivel de debate y discusión política? El discurso público debe ser ejemplo, ¿verdad?
– Espero que los niños tengan espejos mejores cerca, en familia y escuela. Espero que podamos prepararlos para que sean verdaderamente espejos en el futuro. Necesitamos mejores líderes, al menos donde yo vengo (EE UU).
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