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Tal vez no lo habías pensado antes, pero podría ser más común sentir enfado si tienes hambre que si acabas de comer, y existe una explicación científica para ello. Nuevo artículo de los expertos del blog “Salud y prevención”.
Cuando tenemos hambre, además de enfado, las emociones que destacan son la fatiga, la confusión o la irritabilidad, y el principal causante de todo esto es el azúcar, concretamente la glucosa, que circula en nuestra sangre.
“En el instante en que sus niveles descienden, se activa en nuestro cuerpo una serie de respuestas para recuperarlos”, afirma Margarita Rivas, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla.
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Para comprenderlo, esta especialista explica que la glucosa es la fuente principal de energía del cuerpo, y está directamente relacionada con la sensación de hambre.
“Cuando los niveles de glucosa en sangre bajan, surge la necesidad de comer, desencadenando lo que conocemos como hambre física real. Pero también, sin acceso a la fuente de energía que proviene de los alimentos, a corto plazo el cuerpo busca extraer la energía almacenada en la grasa corporal o en los músculos”, señala.
“Esto provoca -añade- pérdida de peso repentina, reducción de masa muscular, deficiencias de macronutrientes, vitaminas y minerales, aparte de que cuando tenemos hambre, las emociones que afloran son la fatiga, la confusión, la irritabilidad”.
Es por ello que la doctora Rivas señala que, si por ejemplo el cerebro no recibe suficiente glucosa, lo percibimos sintiéndonos débiles, irritables, mareados y con dificultad para concentrarnos.
“En casos extremos, cuando el suministro de azúcar escasea por tiempos muy prolongados, podemos entrar en estado de coma. Esos son algunos de los síntomas que sirven como señal de que necesitamos comer para restablecer los niveles de azúcar en la sangre. Ante esta situación, se produce una cascada de reacciones fisiológicas”, prosigue.
Indica que a nivel molecular se liberan distintas hormonas, siendo una de ellas la grelina o “hormona del hambre”, que se produce y libera a la circulación desde las células del estómago. “Este compuesto natural estimula el apetito, garantizando que el organismo reciba energía a través de la ingesta de comida”, apunta.
Pero al desconocer las circunstancias de por qué no estamos comiendo, la grelina estimula de manera indirecta y en paralelo, tal y como indica, la producción de la hormona asociada con el estrés, el cortisol, generado por las glándulas suprarrenales.
“Para aumentar los niveles de azúcar, el cortisol promueve un proceso conocido como gluconeogénesis. Éste se basa en la producción de glucosa a partir de la descomposición de ácidos grasos y de proteínas almacenados en el hígado. Así se logra un rápido aporte de energía a nuestro cuerpo. La presencia de cortisol en la sangre durante estados de hambre afecta el funcionamiento del cerebro”, mantiene la doctora Rivas.
De hecho, indica la endocrinóloga, altera los niveles de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, relacionados con las emociones positivas y con la percepción del estrés.
“La consecuencia de estos efectos combinados hace que nos sintamos irritados o enojados más de lo normal cuando tenemos hambre”, además de enfado, asevera esta especialista del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa.
Por eso, insiste en que, durante los estados de hambre, tanto la adrenalina como el cortisol afectan conjuntamente a nuestro estado de ánimo, haciendo que estemos más enojados o irritados.
Ahora bien, para evitar sentir enfado u otras emociones antes de comer, Margarita Rivas, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla, nos da las siguientes recomendaciones:
* Come grasas saludables: Las grasas saludables son un combustible estupendo para tu cuerpo.
* Come proteínas: Consumir proteínas de calidad, como las presentes en el pescado azul, las carnes, o los huevos, es esencial para que el cuerpo funcione correctamente.
* Evita las harinas y los azúcares: evitar comer carbohidratos, harinas, y azúcares procesados.
* Fracciona la dieta, come cada 3-4 horas para evitar pasar hambre; la saciedad ayuda a evitar comer de forma emocional.
* Ejercicio físico diario: Se pueden alternar ejercicios aeróbicos con ejercicios de fuerza.
* Evita el estrés: El cortisol cuando aumenta puede hacer que aumentes de peso; es aconsejable realizar actividades que disminuyan el estrés y te ayuden a relajarte como yoga o meditación.
* Duerme lo suficiente: Igual de necesario es moverse que descansar para regular el metabolismo; por ello, es crucial que duermas unas siete u ocho horas para quemar grasas, ya que la hormona del crecimiento se libera durante el sueño profundo y es la encargada de hacerlo.
* Descansar menos de lo necesario puede conducir a un desequilibrio hormonal, afectando a la grelina y a la leptina, hormonas que intervienen en la sensación de hambre y de saciedad.
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