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En un escenario donde los tratamientos naturales para el cabello ganan popularidad, el té se presenta como una alternativa con propiedades que podrían favorecer la salud capilar. Según la revista Grazia, la teína — similar a la cafeína — podría mejorar la circulación en el cuero cabelludo y promover un entorno saludable para el crecimiento del pelo.
Su potencial reside en esa capacidad para aumentar el flujo sanguíneo en la zona, facilitando el aporte de oxígeno y nutrientes a los folículos pilosos.
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Diversos estudios respaldan esta idea. Una investigación publicada en Phytomedicine demostró que el epigalocatequina-3-galato (EGCG), un polifenol del té verde, estimuló el crecimiento de folículos humanos y la proliferación de células de la papila dérmica (base del folículo piloso que controla el crecimiento del pelo).
Adicionalmente, un experimento publicado en la revista científica Journal of the National Medical Association realizado en roedores reveló que un tercio de los animales tratados con extractos de polifenoles de té presentaron crecimiento capilar visible, en contraste con la ausencia total de respuesta en el grupo control.
El aceite de semilla de Camellia oleifera, planta del mismo género que el té, también exhibió efectos positivos. Un estudio publicado en Pharmaceutics formuló este aceite en nanotransportadores lipídicos y registró un aumento significativo en la proliferación de células de la papila dérmica humana, con resultados superiores al minoxidil en condiciones experimentales.
Incluso en su versión fermentada, el té ofreció resultados prometedores. En un trabajo con kombucha de té negro y manzanilla aplicado en ratones, se observó un aumento en la densidad y longitud del cabello, sobre todo al combinarse con MSM, un compuesto orgánico con propiedades regenerativas.
Además de la teína, los polifenoles presentes en el té poseen propiedades antioxidantes que podrían proteger los folículos pilosos y el cuero cabelludo del estrés oxidativo, un factor relacionado con el envejecimiento y la caída del cabello.
La doctora Carmen Orozco Bello, del Hospital Capilar de España, explicó a Grazia que estos efectos antioxidantes son “modestos” y no sustituyen tratamientos médicos para afecciones severas.
Desde el punto de vista experimental, el estudio publicado en Pharmaceutics que formuló aceite de semilla de Camellia oleifera demostró que su aplicación aumentó la viabilidad de las células de la papila dérmica humana al disminuir el impacto de los radicales libres sobre el entorno celular.
Mientras que el estudio con kombucha de té negro y manzanilla atribuyó sus beneficios capilares a la acción antioxidante y antiinflamatoria de los compuestos generados durante la fermentación. Aunque, cabe señalar, que estos estudios se llevaron a cabo en entornos controlados y experimentales.
Los expertos del centro y varios trabajos científicos han identificado distintos tipos de té que pueden ser utilizados con fines capilares, cada uno con propiedades específicas:
El té puede incorporarse a la rutina capilar de varias maneras:
Pese a los beneficios mencionados, la doctora Carmen Orozco Bello advierte sobre el uso excesivo de ciertos tés. En particular, el negro puede oscurecer el cabello con el tiempo, un efecto no deseado en personas con tonos claros o que buscan mantener su color natural.
Este fenómeno está relacionado con sus pigmentos oxidados — tearubiginas y teaflavinas — , conocidos por su capacidad de modificar el tono capilar tras exposiciones repetidas.
Asimismo, los tés ricos en taninos — como el negro y algunas variedades verdes — pueden causar sequedad en el cuero cabelludo si se emplean con demasiada frecuencia, ya que tienen propiedades astringentes bien documentadas, que pueden afectar el equilibrio de hidratación cutánea.
En el estudio publicado en Advances in Traditional Medicine, donde se utilizó kombucha de té negro y manzanilla, se observó que la fermentación permitió preservar sus efectos antioxidantes a la vez que moderó la potencia de los taninos, lo que sugiere una estrategia útil para reducir posibles efectos secundarios.
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