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Desde hace años, los residentes de la frontera entera alzan la voz, molestos por los altos niveles de interferencias que padecen una gran parte del espectro radial. Tanto en el litoral de la línea noroeste como en el sur profundo, la debilidad de la potencia de nuestras emisoras facilita operaciones de medios radiales haitianos que se hacen notar y dificultan el desarrollo del espectro.
Desafortunadamente, la combinación entre limitaciones de orden técnico y la escasa inversión publicitaria en un área estratégica y vital del territorio nacional sirve como elemento distorsionador del alcance de mensajes fundamentales en la construcción de una noción de la identidad nacional. Adicionalmente, constituye un esquema de singular perturbación en franjas que comparten cercanía, muy propensas al intercambio constante de sus ciudadanos, fuente de captación de hábitos y valores con la capacidad de borrar parámetros culturales.
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Los retrasos en la definición de una verdadera política en materia de nuestras relaciones con los vecinos ponen en segundo plano un enfoque responsable sobre la importancia de la delimitación en el espectro radial y su capital importancia como vehículo transmisor de expresiones identitarias de ambas naciones. Además, en todo el mundo, los entornos fronterizos tienden a generar un nivel de intercambio que, sin los contrapesos necesarios, terminan transformando la estructura cultural y educativa de la nación sin las herramientas para preservar los rasgos y características esenciales. Primero, el flujo de ciudadanos; en segundo lugar, el intercambio comercial; y tercero, la transformación del lenguaje y la reconfiguración del concepto de lo nacional, un actor desestabilizador para toda nación.
El hecho de que en la provincia de Pedernales el 70% del espectro radial haya sido invadido por emisoras del país vecino refleja la urgencia de recomponer la operatividad del sistema radial fronterizo. Ahora bien, al hacerlo, lo lógico es garantizar los recursos financieros necesarios para que sea rentable para los productores locales en cada una de las demarcaciones, distantes de los grandes centros urbanos y poco comprendidas por muchos gestores gubernamentales.
Reconquistar las emisoras fronterizas no es un asunto técnico. Es un acto de responsabilidad pública. Porque en cada frecuencia recuperada hay algo más que señal: hay identidad, hay presencia del Estado, hay compromiso con los nuestros y hay hitos que recuerdan hasta dónde llega nuestro territorio.
Por eso, recuperar nuestras emisoras es una forma inteligente de hacer patria.
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