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América Latina y el Caribe anticipan un escenario de crecimiento modesto y dispar en 2025, en un entorno mundial signado por el resurgimiento del proteccionismo, la inestabilidad política y las tensiones comerciales con Estados Unidos. Según el Banco Mundial, se prevé que el crecimiento regional se ubique en el 2,3 % y ascienda ligeramente hasta un 2,5 % en 2026-2027, aunque muy por debajo de su potencial. México, la economía más vinculada a EE.UU., se verá particularmente perjudicada por las nuevas barreras comerciales impuestas por Washington, con aranceles del 25 % sobre productos que no cumplan con el T-MEC. Esta situación ha ampliado la incertidumbre en torno a la relación bilateral, en un momento en que alrededor del 80 % de las exportaciones mexicanas tienen como destino el mercado estadounidense. México y el Caribe, los más vulnerables al proteccionismo de EE.UU. La fuerte dependencia de México de las cadenas de suministro de América del Norte convierte al país en el más vulnerable de la región. El informe Perspectivas Económicas Mundiales del Banco Mundial, vislumbra una disminución en el crecimiento mexicano hasta el 0,8 % en 2025 y solo un 1 % en promedio en 2026-2027. Las exportaciones manufactureras se reducirán, y aunque las tasas de interés están descendiendo, se espera que permanezcan altas. Esta política monetaria, junto a un déficit fiscal decreciente, limitará la expansión de la demanda interna. Se pronostica que la economía centroamericana crezca un 3,3 % en 2025 y un 3,2 % en promedio en 2026-2027, impulsada por servicios y consumo privado. Costa Rica lidera con una previsión de crecimiento del 3,5 % en 2025 y 3,8 % en 2026-27, gracias al dinamismo del consumo interno. Panamá, por su parte, alcanzaría un 3,5 % en 2025 y un promedio del 4,1 % en los dos años siguientes, gracias al repunte del comercio de servicios asociados al Canal. En el Caribe, el caso más notable es el de Guyana, cuyo PIB se expandirá un 3,9 % en 2025 y un promedio de 6,2 % en 2026-27, impulsado por la inversión en petróleo. República Dominicana también muestra solidez, con un 6 % en 2025 y 4,3 % en el bienio posterior, mientras que Jamaica tendría un crecimiento moderado, de 3,2 % en 2025 y 3 % en promedio después. En contraste, Haití continúa sumida en una crisis estructural, sin perspectivas económicas claras. Argentina, Colombia y Perú: dinámicas dispares El BM proyecta que Argentina retome el crecimiento este año con una tasa del 5,5 %, tras dos años de recesión. La recuperación se apoyará en la agricultura, la energía y la minería, y estará acompañada por políticas de estabilización macroeconómica, eliminación de controles cambiarios y reformas promercado. Para 2026-2027, se espera un crecimiento promedio de 4,3 %. El Gobierno argentino planea mantener superávits fiscales constantes en línea con su programa con el FMI. Colombia también se encamina a una recuperación moderada, con un crecimiento del 2,5 % en 2025 y un promedio de 2,8 % en 2026-27. Esta mejora se basa en un repunte del consumo privado y una leve recuperación de la inversión, favorecida por condiciones monetarias más flexibles y una inflación que sigue en descenso. Aun así, la incertidumbre política y económica podría frenar una recuperación más sólida. En Perú, se anticipa una expansión del 2,9 % en 2025 y un promedio de 2,5 % en los años siguientes. La debilidad de la demanda interna, la incertidumbre sobre políticas nacionales y la consolidación fiscal explican esta moderación. No obstante, las inversiones mineras — especialmente en cobre — y los proyectos de infraestructura proporcionarán un anclaje para el crecimiento. Brasil y Chile frente a desafíos internos y externos Brasil, la mayor economía latinoamericana, enfrentará una desaceleración considerable: del 3,4 % en 2024 al 2,4 % en 2025, y un promedio de 2,2 % en 2026-27. La menor inversión y un consumo más débil lastran el crecimiento, aunque la reducción de tasas de interés (del 13,75 % al 10,5 %) debería aliviar parte de las presiones inflacionarias. La sostenibilidad fiscal será clave para estabilizar la economía brasileña, que aún enfrenta dudas del mercado. En Chile, se prevé un crecimiento del 2,1 % en 2025 y un promedio de 2,2 % en 2026-2027. El informe resalta una esperada recuperación de la demanda interna y de las inversiones mineras, sobre todo por el cobre y el aluminio. No obstante, persiste la incertidumbre institucional, lo que podría obstaculizar la inversión, particularmente en minería y tecnología. Factores estructurales frenan el crecimiento regional El informe del Banco Mundial advierte de que, a pesar de una recuperación incipiente, América Latina y el Caribe continuarán siendo la región de menor crecimiento entre los mercados emergentes y economías en desarrollo (EMDE). Factores como la baja productividad, una fuerza laboral menos educada y el envejecimiento poblacional pesan sobre las perspectivas a largo plazo. La región también enfrenta riesgos macroeconómicos. Más de la mitad de las economías de ALC han visto reducciones en sus proyecciones de crecimiento. La inflación, aunque en descenso, continúa por encima de las metas de los bancos centrales, y las tasas de interés se mantendrán altas para consolidar la estabilidad fiscal. Este panorama limitará el margen para políticas expansivas en el corto plazo. Además, el deterioro de las cuentas fiscales tras la pandemia y los mayores costos de endeudamiento podrían forzar ajustes más severos de lo previsto. El informe alerta de que estos recortes podrían tener efectos contractivos en el crecimiento regional. Dependencia de China y EE.UU., clave para el futuro económico Las relaciones económicas con China también influyen fuertemente en las proyecciones. Una desaceleración de la demanda china — en particular de metales — afectaría los precios de materias primas como el cobre, con impactos directos en Chile y Perú. Por su parte, cualquier contracción en el crecimiento de EE.UU.
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