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Una amiga que reside en Estados Unidos me contó que su jefe la llamó a su despacho con cara de preocupación. Lo que menos se esperaba era la razón. No se trataba de un error laboral, ni de una cuestión de desempeño. El señor, con el tono de quien está a punto de dar un diagnóstico médico, le dijo que sus publicaciones en LinkedIn le estaban causando gastritis.Y más allá de lo absurdo que pueda sonar (porque lo es), esta anécdota dice mucho, muchísimo, sobre el estado actual de las cosas cuando hablamos de poder, control y género en los entornos laborales. Esta es una columna sobre eso. Sobre lo que nos molesta, lo que incomoda, lo que desestabiliza. Y sobre el poder de una mujer que se atreve a brillar sin pedir permiso.¿Qué es lo que realmente le molesta?En LinkedIn, mi amiga — profesional brillante, preparada, con una trayectoria sólida y una voz propia — compartía sus reflexiones sobre liderazgo, eventos en los que participa o es invitada, equidad, proyectos y, por supuesto, sus logros. Nada escandaloso. Nada ofensivo. Pero sí poderoso. Y con eso bastó.Bastó con que ella se mostrara segura de sí misma. Bastó con que compartiera ideas claras. Bastó con que fuera mujer. Y basta con que, además, no esté dispuesta a disminuir su luz para no incomodar a los demás.Cuando un hombre comparte sus logros, es ambicioso. Cuando una mujer lo hace, es arrogante. Cuando un hombre habla de liderazgo, es inspirador. Cuando una mujer lo hace, es mandona, intensa o — como ahora resulta — , causa síntomas físicos en sus superiores.No es gastritis. Es machismo disfrazado de sensibilidad. Es la incomodidad de quien ve cómo se le tambalea el pedestal al que estaba acostumbrado.El problema no son las redes sociales. Es el poder.Lo que a ese jefe realmente le da “gastritis” no es el contenido del post; más bien, el contenido simbólico de una mujer empoderada. De una profesional que se atreve a visibilizar su voz, su visión, su valor.Porque no lo olvidemos: LinkedIn no es solo una red social, es un escaparate profesional. Y que una mujer tenga presencia, liderazgo y comunidad en ese espacio es una amenaza para quienes todavía creen que el poder tiene género. O apellido. O edad. O nivel jerárquico.Lo que molesta no es el post. Lo que molesta es que ya no puede controlarlo. No puede bajarlo. No puede editarlo. No puede silenciarla. La voz de una mujer que se expresa libremente en lo profesional sigue siendo subversiva, aunque estemos en 2025.La brecha de poder no solo es salarial.Cuando hablamos de brecha de género en el trabajo, solemos pensar en la brecha salarial. Pero hay una brecha aún más silenciosa y peligrosa: la de la autonomía y de voz.Es esa que te hace sentir que debes pedir permiso para brillar. Que debes medir cada palabra para no incomodar. Que no puedes decir con orgullo que te dieron un reconocimiento, que lograste una meta, que sabes de lo que estás hablando.Es esa brecha que no siempre se ve, pero se siente. En los silencios. En los comentarios pasivo-agresivos. En la “gastritis” que aparece cuando tu visibilidad rompe con lo establecido.Y sí, sigue ocurriendo, incluso en entornos donde se presume inclusión, diversidad y liderazgo moderno.La incomodidad es necesaria.Que una mujer incomode desde su autenticidad no es un problema. Es una señal de que está haciendo lo correcto. Las revoluciones no nacen de la complacencia. Nacen del coraje. Y en este caso, del coraje de no callarse para que otros estén cómodos.Porque si tu voz molesta a quien tiene poder, entonces probablemente tu voz está diciendo lo que otros callaron demasiado tiempo.No estás para complacer. Estás para impactar.Y si alguien necesita un antiácido, que lo tome. No vinimos a ser digestibles. Vinimos a ser memorables.No, señor jefe. La gastritis no viene de LinkedIn. Viene del miedo. De la resistencia al cambio. De la amenaza que representa una mujer que no necesita su validación.Y para todas las mujeres que hoy están midiendo sus palabras por miedo a incomodar, aquí va mi recordatorio:No estás aquí para ser pequeña. Ni silenciosa. Ni decorativa. Estás aquí para liderar.Tu voz no es el problema. Es la solución.Y si te da gastritis lo que ves en mi perfil, te tengo una recomendación médica muy sencilla: deja de mirar.
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