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California atraviesa instantes de gran temor. Agentes federales realizan operativos masivos para detener a migrantes en cafeterías, fábricas, centros comerciales e incluso en actos de graduación escolar. Todo esto sucede sin notificar al estado y con un mensaje claro: Trump busca demostrar su poder, incluso si implica confrontar al estado más demócrata del país.
Lo que ocurre parece sacado de una película: detenciones sin orden judicial, patrullas militares en las calles y rumores de que la Casa Blanca instigó parte de los disturbios para justificar este despliegue brutal. La tensión se siente especialmente en Los Ángeles, donde residen muchas comunidades latinas. Ahí es donde los operativos son más severos.
Primero envió a la Guardia Nacional. Luego, sumó a la Marina. Y ahora incluso ha sugerido reabrir la prisión de Alcatraz. También solicitó ayuda a su ‘amigo’, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, para construir más macrocárceles donde encerrar migrantes.
Ya hay más de 100 personas detenidas y muchas calles de California están llenas de protestas, incendios de vehículos y enfrentamientos con las autoridades. Esto ya no es solo una operación migratoria: parece una demostración de fuerza y control total.
El gobernador de California, Gavin Newsom, ha afirmado que Trump está provocando todo esto a propósito. Trump, por su parte, lo ha calificado de “incompetente” e incluso ha insinuado que habría que encarcelarlo por oponerse a las deportaciones.
Y es que, legalmente, el uso de la fuerza en California es competencia del estado. Pero Trump eludió eso usando una ley que nadie había aplicado en más de 60 años. Básicamente: entró por la fuerza.
Muchos creen que Trump apuesta por el caos: mientras más violencia haya en las calles, más podrá vender su imagen de “hombre fuerte” que impone orden. Y si la gente siente miedo, probablemente respaldará medidas más severas.
Estamos presenciando un cambio muy serio en cómo se ejerce el poder en Estados Unidos. Lo que comenzó como operativos contra migrantes, ahora parece el inicio de un Estado Policial en pleno siglo XXI. Y todo esto, en California.
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