Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
WASHINGTON (AP) — Se suponía que la primera aparición de Donald Trump en la OTAN, después de su retorno a la Casa Blanca, se centraría en cómo Estados Unidos obtuvo un compromiso histórico de gasto militar por parte de otros miembros de la alianza defensiva, doblegándolos a su voluntad. Sin embargo, la atención se centrará en la decisión de Trump de atacar tres instalaciones de enriquecimiento nuclear en Irán, lo que, según su gobierno, socavó las ambiciones nucleares de Teherán, así como el anuncio repentino del presidente de que Israel y la República Islámica habían alcanzado un “alto el fuego completo y total”. Ese cambio abrupto en las hostilidades, justo antes de partir hacia la cumbre, sin duda dominará las conversaciones en La Haya, Holanda.
El impacto de los ataques ya estaba influyendo en la cumbre: el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, evitó el tema, incluso cuando cientos de personas se congregaron en La Haya el domingo para denunciar el conflicto en una protesta que se suponía que se centraría en el gasto en defensa.
Aún así, otros países de la alianza atlántica se han acostumbrado a lo impredecible con Trump, quien no ha ocultado su desdén por la institución, que fue creada como un baluarte contra las amenazas de la antigua Unión Soviética.
Su debut en la cumbre de 2017 quizás se recuerde más por su empujón a Dusko Markovic, primer ministro de Montenegro, mientras se abría paso hacia la parte delantera del grupo de líderes mundiales durante un recorrido por la sede de la OTAN.
Y comenzó la cumbre del año siguiente cuestionando el valor de la alianza militar de décadas y acusando a sus miembros de no contribuir lo suficiente a su defensa, temas que ha repetido desde entonces. En Bruselas, Trump propuso como objetivo de gasto el 4% del Producto Interno Bruto de cada nación, una cifra que entonces parecía impensable.
La senadora de Nueva Hampshire Jeanne Shaheen, la principal representante demócrata en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, también asistirá a la cumbre en La Haya. Según ella, cualquier intento de Trump de dividir la alianza, beneficiará al presidente de China, Xi Jinping, a quien la OTAN ha acusado de apoyar a Rusia en su invasión de Ucrania.
“Eso no ayuda a Estados Unidos, no ayuda a nuestra seguridad nacional”, manifestó Shaheen en una entrevista. “Lo que hace es dar una victoria a nuestros adversarios, y es difícil entender que un gobierno que afirma estar tan preocupado por la amenaza (de China) se comporte de esa manera”.
Trump dejó muy clara su actitud hacia las alianzas globales durante sus campañas presidenciales.
Como candidato en 2016, sugirió que, de llegar a la Casa Blanca, no acataría necesariamente las garantías de defensa mutua contempladas en el Artículo 5 del tratado de la OTAN. Y en un mitin de campaña en 2024, relató una conversación con otro líder de la alianza en la que dijo que “animaría” a Rusia “a hacer lo que le diera la gana” a los miembros que no cumplieran con el objetivo de gasto militar.
En La Haya, Trump querrá presumir — y adjudicarse el mérito — del compromiso de elevar ese gasto, que exige a los demás socios que inviertan en defensa a una escala sin precedentes.
El republicano llegó a insinuar que Washington no debería tener que cumplir con el compromiso de gasto del 5% que quiere imponer a los demás miembros de la alianza.
Ese 5% se divide en la práctica en dos partes. La primera, el 3,5%, está destinada a gastos militares tradicionales como tanques, aviones de guerra y defensas antiaéreas. El 1,5% restante es un poco más difuso, pero puede incluir cosas como carreteras y puentes que podrían ser utilizadas por las tropas para desplazarse. Según la OTAN, Estados Unidos gastó alrededor del 3,4% de su PIB en defensa en 2024.
La mayoría de los países de la OTAN, con España como principal detractor, se están preparando para respaldar ese compromiso, motivados no solo por la invasión de Ucrania lanzada por el presidente ruso, Vladímir Putin, para reforzar sus propias defensas, sino también quizás para complacer a Estados Unidos y a su líder tempestuoso.
“Hace tiempo que no lo dice, pero en Europa todavía hay mucha preocupación porque Estados Unidos pueda retirarse de la OTAN o no respete el Artículo 5”, dijo Matthew Kroenig, vicepresidente y director sénior del Centro Scowcroft para Estrategia y Seguridad del Consejo Atlántico y exfuncionario del Pentágono. “Creo que hay un temor real entre los europeos de que necesitamos complacer a Trump para mantener a Estados Unidos comprometido con la OTAN”.
“Nos guste o no, creo que el estilo más duro de Trump logra más resultados”, agregó Kroenig.
Los aliados europeos han tomado nota de posibles señales de una retirada más amplia de Estados Unidos. Francia y otros socios han expresado su preocupación por el hecho de que el gobierno de Trump esté considerando reducir el número de efectivos en el continente y trasladarlos al Indo-Pacífico, que, según funcionarios del gobierno, es una prioridad mayor.
Sin embargo, el secretario de Estado, Marco Rubio, y el embajador de Estados Unidos ante la OTAN, Matt Whitaker, han subrayado el compromiso de Washington y dijeron que el gobierno solo busca una alianza más fuerte.
“En algunos aspectos, no hay una visión coherente por parte de esta administración, la administración Trump, sobre cómo ve a la OTAN”, señaló Max Bergmann, director del programa de Europa, Rusia y Eurasia en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “Y ahora mismo, los europeos pueden ver más o menos lo que quieren de Estados Unidos”.
La Casa Blanca no ha dicho con qué líderes mundiales se reunirá Trump en el Foro Mundial en La Haya. No está claro si su camino se cruzará con el de su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelenskyy. Estaba previsto que se encontrasen en la cumbre del Grupo de los Siete en Kananaskis, Alberta, a principios de junio, pero Trump interrumpió abruptamente su viaje y regresó a Washington.
Rutte ha subrayado que la guerra arancelaria de Trump no tiene repercusiones en la OTAN ya que la alianza no se ocupa del comercio. Pero será difícil ignorarla: Estados Unidos y la Unión Europea continúan negociando un acuerdo comercial después de que el presidente estadounidense amenazara con imponer gravámenes del 50% a todos los bienes europeos.
Trump fijó el 9 de julio como fecha límite para que Washington y el bloque de 27 países lleguen a un acuerdo comercial. Pero en los últimos días, manifestó que la UE no ha ofrecido un trato justo mientras reiteraba su amenaza de obligarle a “pagar lo que digamos que tiene que pagar”.
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El periodista de The Associated Press Mike Corder en La Haya, Holanda, contribuyó a este despacho.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.
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