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Auriculares infernales, o cómo arruinar tu tema preferido en un santiamén

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Y no es cuestión de elitismo, es simplemente cuestión de respeto hacia los oídos, ante todo, y hacia la música misma.

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Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios y blogs en español.

Hay pocas cosas que me duelan más como melómano que ver a alguien disfrutar de sus canciones favoritas con auriculares de mala calidad. Y no es cuestión de elitismo, es simplemente cuestión de respeto hacia los oídos, ante todo, y hacia la música misma. Comprendo que, para muchos, comprar auriculares es algo trivial, entran a la tienda o en AliExpress, echan un vistazo rápido al precio más bajo y se van contentos con una “ganga” en la mano. Pero esa ganga, amigos, esconde una amarga trampa.

Escuchar música con auriculares de baja calidad es como intentar contemplar un cuadro a través de un cristal empañado. Sí, reconoces lo que hay, pero no captas los detalles ni la belleza real. Esos auriculares baratos producen un sonido metálico, apagado, lleno de frecuencias medias que hacen que cada canción suene como una llamada telefónica antigua. Y sé de gente que se apaña con los auriculares que dan en el AVE, cuyo propósito es salir del paso con los contenidos que se ofrecen en el tren.

Por añadidura, la calidad de construcción es lamentable. Los cables son finísimos, los conectores se aflojan al cabo de unas semanas y una de las orejas deja de funcionar misteriosamente al cabo de unos meses. Terminas tirándolos y comprando otros igual de malos. El ciclo se repite, y lo que parecía un ahorro se convierte en un gasto inútil.

No entiendo cómo alguien puede conformarse con semejante experiencia. Sobre todo cuando hoy en día no hace falta gastar cientos de euros para obtener un salto cualitativo espectacular. Hay decenas de modelos por menos de 50 euros que ofrecen una calidad de sonido excepcional, comodidad durante horas y una durabilidad mucho mayor a esos desechables que tanto abundan.

No hace falta ser un audiófilo obsesionado para notar la diferencia ni gastarse los casi 280 euros que cuestan los AirPods Pro. Cuando pruebas unos buenos auriculares por primera vez, descubres matices en canciones que has escuchado mil veces, y entiendes lo que de verdad pretendía el artista. Es un antes y un después total.

Invertir en unos auriculares decentes es invertir en tu disfrute diario, en un mejor estado de ánimo y en respeto hacia la música que te acompaña en cada momento de tu vida. La música no es un ruido de fondo, es una forma de sentir y vivir.

De veras, la próxima vez que estés tentado a comprar esos auriculares de cinco euros en un bazar, piénsalo dos veces. Tus canciones favoritas y tus oídos te lo agradecerán profundamente. Porque la vida es demasiado corta para escuchar buena música con malos auriculares. En serio.

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