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“Avisté una enorme pared acuática”: relato de un sobreviviente de las inundaciones en Texas

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Al incorporarse -- dormía sobre un colchón hinchable -- percibió que el suelo estaba cubierto de agua, que le llegaba hasta los tobillos.

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Al incorporarse — dormía sobre un colchón hinchable — percibió que el suelo estaba cubierto de agua, que le llegaba hasta los tobillos. En cuestión de pocos minutos, la casa que guardaba sus recuerdos de infancia en familia quedó completamente anegada.

El joven de 25 años es uno de los supervivientes de las inundaciones que azotaron Texas el pasado fin de semana y que dejaron más de 100 fallecidos en la región y más de 160 desaparecidos.

Las fuertes lluvias hicieron que el río, que atraviesa varios pueblos en la región del Hill Country, en las afueras de San Antonio, subiera 8 metros en 45 minutos, arrastrando a su paso árboles, casas rodantes, coches e incluso hogares enteros.

La madrugada del desastre, Fell se dio cuenta de que la corriente se había llevado la terraza de madera en la parte trasera de la casa, donde su familia había celebrado innumerables cumpleaños, cenas de Acción de Gracias y Navidades.

El río estaba entrando en la casa desde abajo. Al abrir la puerta para intentar salir y huir en su camioneta, el agua salió a borbotones por la entrada. “Era como un muro gigante; intenté cerrar la puerta pero no pude, la corriente era muy fuerte”, relató el joven de 25 años a EFE.

Llamó al 911, el número de emergencias en EE.UU., y le recomendaron que se subiera a los muebles, pero ya era demasiado tarde. Sillas, sofás, mesas y su colchón hinchable ya estaban flotando. Miró a su alrededor y vio su escape: una ventana.

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Nadando hacia la que era su única salida en ese momento, se agarró a los tubos de metal que salen del contador de energía y están pegados a una de las paredes exteriores de la casa. Pasó tres horas ahí, aferrado a los tubos, con el agua hasta las rodillas, hasta que la corriente bajó y llegó la policía.

“No entendía muy bien lo que estaba pasando, no lo podía creer. No sabía que iba a haber una inundación y las alertas llegaron a mi teléfono cuando el agua ya se había metido a la casa”, contó.

Las autoridades locales han sido cuestionadas por ciudadanos y expertos por no haber ordenado la evacuación de las zonas cercanas al río, pese a las intensas lluvias y a las alertas emitidas por el Servicio Meteorológico Nacional (NWS, en inglés).

Varios residentes consultados por EFE cuentan una historia similar a la de Fell: recibieron las alertas muy tarde o no las vieron hasta que se despertaron bruscamente cuando la inundación ya era inminente.

La casa de la familia de Fell -afincada en Hunt desde 1938- sigue parcialmente en pie. Pero el interior, varias de las paredes y un garaje techado en el ala izquierda de la propiedad están destrozados.

Los muebles y utensilios que se salvaron, un gavetero, una silla, algunas ollas, están colocados como si fuera un extraño museo, cubiertos de lodo y aún húmedos.

Desde el domingo por la tarde, familiares, amigos y voluntarios han estado ayudando a limpiar, organizar lo que quedó y retirar los escombros que la corriente arrastró hacia el garaje y los alrededores de la propiedad.

El abuelo de Fell, Larry Graham, observó cómo una retroexcavadora removía el lodo y los pedazos de árboles: “No existen los extraños cuando algo así pasa, todos nos convertimos en vecinos”.

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