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Con la sobriedad que lo distingue y sin recurrir a artificios, Juan Luis Guerra dio inicio este domingo en Barcelona a su nueva gira española, en un concierto que fusionó elegancia, raíces y un repertorio que ha definido a generaciones.
Ataviado con su emblemática boina, y acompañado por la orquesta 4.40, el cantautor dominicano colmó de música el Palau Sant Jordi, donde más de 17.000 personas disfrutaron de una velada repleta de nostalgia, alegría y agradecimiento.
Desde temprano, familias completas y seguidores de todas las edades se congregaron en el recinto.
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Banderas de República Dominicana, Venezuela, Colombia y Panamá se balanceaban desde distintos puntos del estadio, mientras se escuchaban conversaciones sobre temas como La bilirrubina, El Niágara en bicicleta o Estrellitas y duendes.
Al arrancar el concierto con Rosalía, un merengue vibrante, el público respondió con aplausos, bailes y una energía que no menguó en las casi dos horas de espectáculo. Después vinieron La llave de mi corazón, La travesía y un segmento de bachatas que incluyó éxitos como Bachata en Fukuoka y Que me des tu cariño.
“Lo escuchaba con mis padres cuando era niña. Hoy vine con mi hija. Es parte de nuestra historia”, comentó emocionada Elena, una asistente de origen dominicano, mientras aguardaba para ingresar. Otros compartían cómo sus letras han acompañado etapas importantes de su vida, y cómo su música ha servido como un puente generacional.
El instante más emotivo de la noche llegó con Ojalá que llueva café, la canción que no solo afianzó la fama internacional de Guerra, sino que también simboliza su conexión con el pueblo, el campo y la identidad dominicana.
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