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Celebración de los 700 años de Tenochtitlán: historia y costumbres en Ciudad de México

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CIUDAD DE MÉXICO (AP) -- En el centro de un recuadro azul con una cruz del mismo color, un águila se posaba sobre un cactus, un nopal, que brotaba de una piedra.

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CIUDAD DE MÉXICO (AP) — En el centro de un recuadro azul con una cruz del mismo color, un águila se posaba sobre un cactus, un nopal, que brotaba de una piedra. Alrededor, varios personajes observaban al ave rodeados de ilustraciones de plantas, construcciones y otros símbolos.

Es la primera lámina del Códice Mendocino, una copia de los códices prehispánicos hecha en 1542 que representa la fundación de Tenochtitlán, hoy Ciudad de México. Según explicaron los sabios mexicas a los españoles, su dios principal, Huitzilopochtli, comunicó a sus sacerdotes que debían migrar hasta que les enviara una señal de dónde establecerse. El águila posada en el nopal fue la señal. El lugar fue el corazón de la actual capital del país.

El gobierno de Ciudad de México quiso festejar este sábado los 700 años de la ciudad con un espectáculo que rindió homenaje al pueblo migrante que la fundó. Los artistas llegaron caminando al Zócalo y, ante las principales autoridades del país, reconstruyeron lo que pudo ser el inicio de Tenochtitlán, con el águila y el nopal incluidos.

“México no nació con la llegada de los españoles, México nació mucho antes con las grandes civilizaciones”, afirmó la presidenta Claudia Sheinbaum en un discurso donde instó a seguir trabajando para erradicar por completo el racismo que aún persiste en el país.

Después de la parte oficial, cientos de danzantes vestidos con la indumentaria tradicional, penachos de plumas, tambores y semillas atadas a los tobillos ocuparon gran parte de la plaza para llevar a cabo bailes sagrados de conexión con la naturaleza.

Por la noche, la celebración tenía previsto continuar con un espectáculo de luces pero, al margen de la fiesta, algunos historiadores querían recordar que no se puede fijar una fecha exacta de la fundación de lo que primero fue una aldea en un islote de un lago rodeado de montañas, y que con el tiempo fue creciendo hasta convertirse en el siglo XVI en la ciudad que impactó a los conquistadores españoles por sus palacios, puentes, canales o su bullicio comercial — según contó el cronista Bernal Díaz del Castillo — y que hoy es una de las principales megalópolis de América Latina.

“Son festejos de índole política o cívica con muy poco que ver con la investigación histórica”, explicó Miguel Pastrana, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México y uno de los mayores expertos en Tenochtitlán.

La fecha del equivalente al año 1325 — y que se toma como detonante de la conmemoración — aparece en un monolito prehispánico conocido como “Teocalli de la Guerra Sagrada”, que narra la grandeza mexica y representa el mito de la creación de Tenochtitlan, una ciudad que tardó años en consolidarse como capital de su imperio.

De acuerdo con la documentación histórica existente, los mexicas fueron un pueblo que migró desde un lugar llamado Aztlán — supuestamente una isla cuya ubicación exacta todavía se desconoce — , que sabían de pesca, plantas y aves acuáticas o cómo construir represas y que intentaron asentarse sin éxito en varios puntos hasta que llegaron al lago central del Valle de México.

La isla principal de ese lago ya estaba poblada por los tepanecas pero les permitieron asentarse porque recibían de ellos el pago de tributos y los mexicas les ofrecían a cambio sus servicios en asuntos lacustres, explicó Pastrana.

Poco a poco, en un ambiente de mucha interculturalidad, los mexicas fueron consolidándose como un pueblo cada vez más fuerte. Buenos guerreros, económicamente prósperos, tenían dos virtudes: sus líderes fueron elegidos entre los mejores — no de forma hereditaria — y fueron muy hábiles haciendo alianzas con otros pueblos. Tenochtitlan se consolidó así como una gran ciudad imperial hasta que en 1521 cayó en manos de los españoles. Recordar su legado fue importante, aseguran los historiadores.

Pero académicos como Pastrana consideran que, más que celebraciones, se debe apostar por mostrar lo que queda de Tenochtitlan en el México actual o corregir libros de texto que siguen “anquilosados y con información incorrecta”.

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