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En las últimas semanas, el expresidente ha surgido como el rostro principal del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), encabezando personalmente encuentros asamblearios, coordinando jornadas laborales y guiando las líneas discursivas de la organización.Todo esto sucede después del revés judicial que frustró su plan de realizar unas primarias anticipadas para seleccionar su candidato presidencial.El fallo del Tribunal Superior Electoral (TSE), que rechazó los argumentos del PLD para organizar una consulta interna adelantada junto a la oposición de algunos aspirantes presidenciales, significó un golpe para la estrategia de recomposición del partido que otros impulsaban.Se ha visto a Danilo Medina animar a las bases, corregir narrativas y fijar la línea política de la organización, incluyendo ataques directos al gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y sus acciones.Durante una multitudinaria Gran Asamblea General celebrada en la provincia de Puerto Plata, Medina aseguró que el pueblo dominicano se está preparando para “cambiar el cambio” en las elecciones del 2028.”Estamos trabajando para que eso ocurra, para que se terminen las promesas y volvamos a los hechos concretos, a las acciones. Nosotros somos el único partido que prometió y cumplió, cumplió más de lo que prometió. Y cuando un partido cumple, tiene la autoridad moral para volver a prometer, porque el pueblo sabe que le vamos a cumplir”, expresó Medina.”Zapatero a su zapato. Si ellos lo que saben es hacer oposición, que se quiten y nos permitan a los que sí sabemos gobernar dirigir la República Dominicana”, sentenció.El momento que vive el PLD es complicado. Tras las elecciones del 2024, el partido quedó relegado como segunda fuerza política y enfrentó una de sus mayores derrotas electorales.El reciente fallo del TSE no hizo más que acentuar las dudas sobre su capacidad de reorganización. En este contexto, la figura de Danilo como líder absoluto vuelve a imponerse, y parece responder a una necesidad de dirección clara ante la parálisis que provocó el fallo judicial.El Comité Político del PLD, que debía discutir la situación legal de la organización y los pasos a seguir, optó por aplazar el análisis del caso.Esta demora contrasta con la decisión de Medina de tomar la delantera y liderar las acciones inmediatas, lo que puede interpretarse como una reafirmación de su peso dentro del organismo, pero también como un reflejo del vacío de poder que persiste en el PLD en ausencia de un liderazgo de figura presidencial emergente.El protagonismo de Medina no implica necesariamente una apertura a nuevas formas de hacer política interna.En buena medida, su retorno a la primera línea del debate político parece ser más una reafirmación del danilismo como corriente dominante que una renovación de estructuras o prácticas.Sin embargo, esta nueva etapa podría tener efectos contradictorios.Mientras que a corto plazo puede generar cohesión y evitar una mayor dispersión interna, también podría afianzar la percepción de que el PLD sigue siendo un partido fuertemente atado a su pasado reciente y a los liderazgos que condujeron a sus derrotas más significativas.El desafío de Danilo Medina y del PLD no es solo sobrevivir al revés de pasados procesos electorales, sino reconstruir su narrativa con credibilidad ante el electorado.La judicialización de sus procesos internos, las acusaciones de corrupción a exfuncionarios y la pérdida del control sobre las plazas municipales y congresuales lo colocan en una posición de vulnerabilidad que no se resuelve únicamente con presencia mediática o discursos de confrontación.Si bien Medina ha salido al frente, lo que resta por ver es si su liderazgo será suficiente para relanzar al PLD con una propuesta política atractiva, renovada y viable, o si su protagonismo será apenas una tabla de salvación momentánea, útil para mantener a flote una estructura debilitada.
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