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“Los vecinos dicen que tocar al Soldado romano asegura el éxito en el amor”, comenta María Estrella Bustacara.
En el centro de Medellín, la segunda ciudad más importante de Colombia, hay un parque donde las obras de Botero son el principal atractivo. Para quien visita Medellín por primera vez, es un “imprescindible”.
Como es mi caso, me dirijo allí con mi nieta Mariale y nuestro guía, Andrés Muñoz. En este inmenso espacio de 7,500 metros cuadrados, las 23 esculturas se distribuyen por todos lados.
Mires donde mires, te encuentras con una, pero a pesar de su gran tamaño, las magníficas esculturas de bronce, sobre bases de hormigón armado blanco, no desentonan. Son parte del paisaje. Y están ahí como una donación del artista (también pintor) a su ciudad natal.
El viajero puede disfrutar del arte sin costo; es un museo al aire libre, sin entrada. Después de fotografiarnos junto a la obra Mujer Reclinada, donde destaca la tradicional voluptuosidad de las esculturas de Botero, Andrés se aparta un rato permitiéndonos explorar a nuestro gusto.
Entre la observación de sus obras Hombre Vestido y Maternidad, además de ver algún puesto de venta, cuyos coloridos productos resaltan a corta distancia de la tonalidad oscura metálica de las esculturas, aprovecho un banco libre para sentarme un rato.
No está a la sombra, como muchos otros en esta plaza arbolada, pero la agradable temperatura suaviza los rayos del sol. Al continuar el paseo descubrimos el Rapto de Europa, pero no el Soldado Romano, del cual María Estrella Bustacara menciona en una guía turística que, según la gente, quien lo toca tendrá éxito en el amor. Son parte de esos mitos que alguien inventa…
No todo lo que destaca en esta plaza es obra de Botero. Y es que en el entorno hay algún edificio que por su magnífica arquitectura obliga a detenerse a admirar la fachada, como sucede con el Palacio de la Cultura “Rafael Uribe Uribe”, así llamado por un conocido político y abogado colombiano.
Tan pronto lo veo, reacciono. “¡Mira qué belleza!”. De arquitectura neogótica, está decorado con detalles de formas geométricas en piedra blanca y en la cúpula con detalles metálicos.
Su construcción comenzó en la década de 1920, pero se interrumpió varias veces, sufriendo además cambios en el diseño original del arquitecto belga Agustín Goovaeerts. En la Plaza Botero también está el Museo de Antioquía, el más importante de la ciudad. En este edificio estaba el antiguo Palacio Municipal de Medellín.