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En verano, sobre todo durante las vacaciones, el uso de ropa ligera, más tiempo libre, romper las rutinas habituales y un aumento de las salidas sociales, crean un ambiente propicio para las aventuras amorosas.Es verano. Suben las temperaturas, tanto en el ambiente como en los cuerpos y mentes. Hay olas de calor, que se sufren y de las que todo el mundo habla, pero también otras olas que en vez de sufrirse, se disfrutan apenas, y de las que también se habla: las del deseo sexual, que a veces llevan a transgredir las normas y cruzar los límites de la pareja establecida.Más piel a la vista y el deseo a flor de piel. Más tiempo disponible y la sensación de que no hay tiempo que perder. Más ganas de vivir experiencias nuevas, o simplemente, más ganas de vivir. Menos estrés, obligaciones, trabajo y horarios. En verano tenemos menos ataduras e incomodidades, y mayor predisposición a relacionarnos. En todos los sentidos.El uso de ropa ligera, la mayor disponibilidad de tiempo libre, salir de las rutinas habituales y el aumento de las relaciones sociales que se dan en verano, generan un contexto que estimula la infidelidad, según datos de una encuesta de Gleeden, plataforma europea de encuentros extraconyugales pensada por y para mujeres, con más de 13 millones de usuarios en el mundo.Los resultados de la encuesta, efectuada entre 7.347 usuarios de esta plataforma, revelan que el 84% de los usuarios siente que su deseo sexual aumenta en verano, mientras que el 68% percibe que su deseo aumenta mucho, explica Silvia Rúbies, responsable de comunicación de Gleeden para Latinoamérica y España.Los usuarios de Gleeden aumentan el uso de esta plataforma entre un 20 y un 30% durante los meses centrales del verano (julio y agosto, en el hemisferio Norte, enero y febrero en el Sur), y el 49% de los encuestados afirma que tiene más relaciones en verano que en otras estaciones del año.”El verano estimula una mayor búsqueda de experiencias novedosas en los usuarios de esta plataforma, el 89% de los cuales afirma que esto se debe a la poca ropa, o ropa ligera, que usamos cuando hace calor”, según Rúbies.Explica que “la infidelidad veraniega suele estar relacionada con la oportunidad y la evasión” y añade que “muchas personas ven las vacaciones como un paréntesis vital, lo que facilita la transgresión de normas”.Así, “el 65% de las personas encuestadas afirmó que fueron infieles alguna vez en unas vacaciones de verano. Un 52% de ellas buscó momentos para tener encuentros, incluso estando con su familia de vacaciones, mientras que un 23% aprovechó para tenerlos cuando su familia se iba unos días”, señala.Para Rúbies “está claro que los factores que más incitan a la infidelidad y los encuentros sexuales veraniegos son, en este orden: la sensación de libertad temporal que ofrece el verano (según el 28% de los encuestados), el hecho de tener más tiempo libre (27%) y la mayor exposición del cuerpo al usar ropa ligera y bañadores (25%)”.”Las infidelidades veraniegas están muy influenciadas por el contexto vacacional”, explica Lydia Parrilla, psicóloga especializada en terapia sexual y de parejas, y experta de Gleeden, en una entrevista con EFE.”En verano salimos de la rutina de los demás meses del año, que al final apaga la pasión, la llama del deseo sexual. En la temporada estival estamos más relajados, no tenemos tantos compromisos laborales de los que es difícil escapar y nos encontramos en un ambiente más festivo y lúdico, que invita a que nuestro deseo se active”, puntualiza.”Además de los estímulos visuales, en la activación del deseo también interviene el olfativo: en verano, con el sudor, desprendemos más olor corporal, que también atrae, aunque intentemos camuflarlo con perfumes”, revela.”También se suman otros factores como la temperatura, que nos da alegría; vestir ropa más ligera, lo cual tiene un efecto estimulante, además de salir más, interactuando con más gente, lo que contribuye a que nuestro deseo se reactive, y a fomentar la búsqueda para satisfacerlo”, señala.En verano, durante el periodo vacacional prolongado, pasamos más tiempo con la familia y los niños están en casa más horas de lo habitual, lo que aumenta la posibilidad de que accedan a los móviles de sus padres, según Parrilla.”Es una época en la que los que incurren en una infidelidad suelen tomar más precauciones, evitando que su móvil quede al alcance de otros, ocultando más sus conversaciones o incorporando algún tipo de filtro. De hecho, muchas infidelidades se descubren a través del móvil”, advierte.”Una de las precauciones más habituales es reemplazar el número de teléfono de la persona con la que se mantiene una relación (alguien que nuestra familia no conoce), por el de una amiga o amigo conocido. Otra precaución es poner pantallas más oscuras en el móvil”, apunta.”Todas estas medidas buscan ocultar la información que hay en el móvil, que es la vía principal para desarrollar la infidelidad, al usarlo, por ejemplo, para acordar una cita con la otra persona”, explica la sexóloga.”Algunas aventuras amorosas que empiezan en verano, se diluyen al finalizar la estación. Son infidelidades de personas que han estado de vacaciones, han conocido lugares y personas diferentes, y la relación termina ahí”, según Parrilla.Pero “también hay muchas relaciones que perduran, sobre todo las que empezaron por redes sociales o plataformas de internet, porque la tecnología permite alargarlas”, apunta.Señala que “estas aventuras se alargan hasta que una de las personas deja de sentir la necesidad de seguir adelante o hasta que uno de los dos se aburre de la situación”.Aclara que existen muchos perfiles psicológicos diferentes de personas que participan en una relación no monógama.Por ejemplo, “hay personas a las que les gusta gustar, el proceso de atraer y seducir, pero pierde el interés en la aventura al consumarse; pero otras mantienen la relación porque necesitan otra persona”.”Es sorprendente cómo salir de la rutina y del trabajo habituales nos impulsa a abrir la mente y a buscar cosas totalmente diferentes, y que para algunas personas las infidelidades veraniegas se conviertan en un patrón que repiten cada verano”, concluye Lydia Parrilla.
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