Salud

“Estoy más allá que acá”, la triste realidad de Elisa Zarina Rosa

8784876012.png
Elisa Zarina Rosa Martínez entró a las puertas de LISTÍN DIARIO con un catéter en su brazo derecho.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Elisa Zarina Rosa Martínez entró a las puertas de LISTÍN DIARIO con un catéter en su brazo derecho. Su vientre inflamado daba la impresión de estar embarazada, pero su sonrisa y cálido trato ocultaban la angustia que padecía.

“Estoy más muerta que viva. No me sirve el pulmón derecho. Ahora no me sirve el corazón. Me sacaron la vesícula porque se me inflama. Todo lo del corazón, del lado derecho me está fallando. El hígado está inflamado y parezco embarazada, pero no es eso…”, es la cita que usa para tratar de resumir su historia.

Y es que lo que empezó siendo una lucha por conseguir un trasplante de riñón por el fallo renal que sufre desde hace siete años, hoy se convirtió en una carrera por obtener los recursos económicos para una operación a corazón abierto.

“Tengo que someterme a una operación a corazón abierto porque tengo una insuficiencia tricuspídea severa…, la cámara derecha del corazón no bombea la sangre como debería, se queda con ella y ya eso me está dando problemas”, cuenta Rosa Martínez.

Precisamente este problema fue el que le provocó la inflamación del hígado, la llevó a perder su vesícula estando ésta sana porque también se le inflamó. Por si fuera poco, tiene el pulmón derecho atrofiado. Ante tantos males que la aquejan, Rosa Martínez sigue luchando porque no quiere que sus hijos se queden solos.

“Yo tengo mis hijos y no puedo rendirme. No puedo decirle a mi cerebro que se derrumbe. No puedo. Estoy para que me dé cualquier cosa. Puedo salir a la calle y me puede dar un infarto, un ACV. Y eso es lo que le pido a Dios que no me permita. Porque estoy sola con tres niños”, manifiesta entre lágrimas.

La poca ayuda que tiene es la de su padre y su hijo de 17 años, quien para ella ha asumido la responsabilidad de cuidar a sus otros dos hermanos de 13 y siete años, mientras ella sale tres veces a la semana a tomarse su hemodiálisis.

Antes de que su condición le arrebatara las fuerzas, era comerciante en la calle. Comprando y vendiendo artículos lograba sustentar a su familia.

Elisa Zarina Rosa Martínez vio morir a su madre en el proceso de la hemodiálisis. Además, tenía diabetes, y pocos recursos. Para colmo, tuvo que recorrer varios hospitales que la desgastaron y en uno de estos, según cuenta hoy, su madre contrajo hepatitis C.

“Yo me quedé con miedo porque mi mamá cayó en lugares… Yo he tenido suerte porque caí en un centro bueno, con buenos doctores y buenas enfermeras”. La muerte de su madre después de un año y medio en hemodiálisis fue un duro golpe para ella.

Años después cuando ella tuvo que iniciar el mismo proceso bajo el diagnóstico de riñones poliquísticos, en un principio no lo soportó y acudió al hospital a quitarse el catéter de la hemodiálisis. Los recuerdos de los últimos momentos de su madre la invadían.

“Yo me puse mal, al tener esa secuela de mi mamá. Mi mamá salía mal, no podía subir los escalones, no podía caminar, vivía enferma, vivía ingresada porque la estaba matando en vida. Entonces, a mí, el nefrólogo que me atendió primero me esperó afuera con un camillero, con un enfermero y me ingresó”, recuerda.

Asegura que le agarró miedo “porque ellos lo pintan feo”, pero después se aferró a lo positivo de la hemodiálisis, la cual le permitía sacarle todos los tóxicos de su cuerpo para que pudiera seguir con vida.

“Hay personas que se han dejado morir de una sola diálisis. Bueno, ya estoy aquí. Demos gracias a Dios que inventaron esta máquina, demos gracias a Dios que me dializo, me saco los tóxicos y puedo seguir un día normal hasta el otro día”, explica aferrada a sus ganas de seguir velando por sus tres hijos.

Su tratamiento de diálisis comenzó a los seis meses de haber nacido su hijo menor. En el año 2023 inició el proceso para ingresar a la lista de espera de pacientes cadavéricos, pero una nueva hospitalización de dos meses frustró sus planes.

Esta vez es su corazón el que la obliga a poner en un segundo plano la idea de un trasplante de riñón y solicitar el apoyo económico de las personas que se solidaricen con su caso.

“Estoy buscando la ayuda, la fuerza que me ayuden y cosas, pero estoy asustada, estoy nerviosa porque no quiero dejar a mis hijos solos. Y no tengo casa, los voy a dejar rodando”, narra con desesperación.

Aunque tiene hermanas, dice que estas no la han apoyado en este duro proceso, ni siquiera con la disposición de donarle un riñón. No obstante, tiene claro que “donar un órgano tiene que salir del corazón”, así que nunca las ha presionado para ello.

TRA Digital

GRATIS
VER