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Santo Domingo.- La creciente exposición de niños y adolescentes a las redes sociales y a los dispositivos electrónicos es motivo de creciente preocupación para los especialistas en salud mental.
El psicólogo clínico Eladio Hernández, el psiquiatra infanto-juvenil Edison Rodríguez y la terapeuta familiar Ana Simón estuvieron de acuerdo en que la hiperconectividad digital no solo interfiere con el desarrollo sano de los menores, sino que puede generar traumas profundos cuando los contenidos consumidos están relacionados con situaciones violentas o tragedias familiares.
“Antes de los 12 años, el cerebro infantil no ha desarrollado completamente el pensamiento abstracto, por lo que los niños interpretan como real cualquier contenido violento, aunque sea simulado”, explicó Rodríguez.
Esto implica que cuando un niño ve en redes imágenes de muertes o accidentes similares a una tragedia vivida en su entorno, como el reciente caso de los huérfanos de la tragedia del Jet Set, esas imágenes se integran a su mundo como hechos tangibles, exacerbando el dolor y alimentando posibles traumas que pueden durar toda la vida.
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Los especialistas recalcan que el problema se agrava porque muchas familias usan dispositivos como “nanas electrónicas” para mantener a los niños entretenidos, lo que prolonga la exposición sin supervisión.
Según datos oficiales, el 55% de los niños entre 8 y 16 años presentan signos de dependencia a internet.
“Estamos criando niños que prefieren interactuar con desconocidos en redes antes que jugar con amigos del vecindario”, advirtió Hernández, quien señaló además que esto limita el desarrollo de habilidades sociales y fomenta el aislamiento.
En tanto que Ana Simón explicó que la ausencia de límites claros en el uso de la tecnología está relacionada con un modelo de crianza permisivo que ha desplazado a la disciplina.
“La crianza positiva se ha malinterpretado como un permiso para consentir en exceso. Los padres no son amigos de sus hijos; son autoridad. Amar también es saber decir no”, afirmó.
Para la terapeuta, la tendencia de muchos padres a ceder dispositivos para evitar conflictos es una forma de “crianza desde la angustia” que, lejos de prevenir problemas, alimenta la ansiedad y la falta de contención emocional en los niños.
La dependencia a dispositivos electrónicos se comporta a nivel cerebral de manera similar a las adicciones químicas.
Edison Rodríguez explicó que estudios con resonancia magnética funcional han demostrado que el uso excesivo de pantallas activa en el cerebro las mismas áreas que se encienden con el consumo de drogas como la cocaína, aunque con diferente intensidad.
“Esto evidencia que no estamos ante un simple pasatiempo, sino ante un patrón adictivo que genera placer inmediato y dificulta el autocontrol”, indicó.
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Los expertos en salud mental hablaron en el programa Con Jatnna y estuvieron de acuerdo en que el problema no se limita al contenido, sino también al ejemplo que dan los adultos.
“Queremos que los niños dejen el celular, pero los padres son los primeros que están pegados a las pantallas. Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice”, afirmó Simón.
Para los especialistas, la coherencia entre el discurso y las acciones de los padres es clave para fomentar hábitos saludables.
En cuanto a la edad recomendada para permitir el uso de dispositivos, los expertos se alinean con las guías de la Sociedad Española de Pediatría, que establecen que antes de los 6 años no se deben usar pantallas de forma regular. A partir de esa edad, el tiempo de exposición debe ser limitado y supervisado estrictamente, aumentando gradualmente de acuerdo con la madurez del niño.
Además, destacaron que la supervisión del contenido es incluso más importante que la cantidad de tiempo frente a la pantalla.
Los expertos analizaron el papel de los padres como escudos emocionales frente a contenidos dañinos. Rodríguez recordó que los adultos deben asumir la responsabilidad de retrasar el acceso a pantallas, supervisar lo que ven sus hijos y compartir tiempo de calidad: “Jugar con ellos, hablar durante los trayectos en el carro, compartir actividades físicas… todo eso es esencial para el desarrollo emocional y para construir confianza.”
Cuestionaron la creencia popular de que cualquier límite genera trauma.
“Se ha prostituido la palabra trauma”, denunció Simón. “Decir no no traumatiza, al contrario, la falta de estructura y de límites claros produce inseguridad y miedo en los niños.”
Los expertos llamaron a los padres a reflexionar sobre su propio uso de la tecnología: “Si queremos que nuestros hijos tengan una relación sana con el mundo digital, debemos empezar por revisar nuestras propias prácticas”, concluyó Hernández.
La mejor herramienta para prevenir o enfrentar una adicción digital, coincidieron los especialistas, es una combinación de presencia activa, límites coherentes y amor con autoridad.
Frente a un entorno cada vez más digitalizado, la prevención sigue siendo clave. “Estamos a tiempo de cambiar esta realidad, pero necesitamos que los padres comprendan que criar no es solo proveer, sino acompañar, escuchar, jugar y poner límites con cariño y firmeza””, señalaron los especialistas.
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