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La octava jornada de Wimbledon estuvo repleta de emociones contrastantes. Por un lado, la victoria esperada de Novak Djokovic; por otro, el retiro doloroso de Grigor Dimitrov contra Jannik Sinner.
En el partido que se presumía como la sorpresa del torneo, Grigor Dimitrov, cabeza de serie número 19, dominaba 6-3 y 7-5 frente al primer sembrado, Jannik Sinner, encaminándose a los cuartos de final. No obstante, al inicio del tercer set (2-2), el búlgaro sufrió una lesión en el pectoral que le forzó a detener el encuentro y abandonar entre lágrimas después de cinco abandonos seguidos en Grand Slams.
El propio Sinner, visiblemente conmovido, estuvo presente y brindó apoyo a Dimitrov, admitiendo que “no siento esto como una victoria”, y expresó su anhelo de que el búlgaro se recupere pronto (). La aclamación del público en el Centre Court resalta el respeto y la compasión hacia uno de los mayores talentos de su generación, trágicamente afectado por la mala suerte física ().
Por su parte, Novak Djokovic, a sus 38 años, realizó una sólida remontada frente al australiano Alex de Minaur. Después de perder el primer set 6-1, el serbio encadenó victorias en los tres sets siguientes y demostró que, a pesar de su edad, sigue siendo una amenaza real en Grand Slams como Wimbledon.
Con esta victoria, Djokovic alcanza los cuartos de final por 16.ª vez en el All England Club, y mantiene su objetivo de conquistar lo que sería su 25.º título de Grand Slam (). Su desempeño refuerza la idea de que, pese a los nuevos talentos, continúa siendo una figura dominante en el deporte.
Un artículo reciente incluso plantea que estamos ante el “posible último gran baile” de Djokovic en Wimbledon, aunque su determinación y forma física indican que aún no está listo para decir adiós ().
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