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En Colombia, persisten los enfrentamientos y las tensiones con los grupos disidentes de las FARC. Este martes 26 de agosto, el ministro de Defensa confirmó el secuestro de 34 soldados en el departamento de Guaviare, en el sur del país. Al parecer, el ataque fue realizado por civiles, instrumentalizados por un grupo disidente. Colombia vive su peor crisis de violencia en diez años.
En rueda de prensa, el ministro de Defensa colombiano, Pedro Sánchez, habla de “una acción ilegal y criminal de ciertas personas de civil que dicen tener a militares en su poder”. Para él, es evidente el uso de civiles, ya que, a cambio de la liberación de los rehenes, exigen la devolución de los cuerpos de disidentes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) del departamento de Guaviare, miembros del EMC, el Estado Mayor Central.
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En Colombia, los grupos armados recurren a menudo a esta práctica, confiando en que las fuerzas del orden no atacarán a los civiles. Asimismo, los secuestros son frecuentes, pero es raro que se tome como rehenes a tantas personas.
Esto evidencia el aumento de las tensiones y la violencia en el país. Desde la semana pasada, el ejército ha intensificado sus acciones contra este grupo disidente, responsable del atentado con carro bomba que causó la muerte de seis personas y heridas a otras 60 en Cali el 22 de agosto. El mismo día, cerca de Medellín, la segunda ciudad del país, 13 policías murieron en un tiroteo y por el lanzamiento de un dron explosivo contra un helicóptero mientras rodeaban una campaña de erradicación de plantas de coca. Las autoridades atribuyen este ataque a un subgrupo del EMC, en conflicto con su rama principal liderada por alias Iván Mordisco.
Tras estos atentados, el ministro de Defensa aseguró que el Estado colombiano estaba desplegando todos los medios para “neutralizar las amenazas” contra la seguridad. Los combates resultaron en diez muertos entre los disidentes de las FARC y dos capturados. Por su parte, el líder de los disidentes de las FARC del EMC, Iván Mordisco, criticó el plan de paz del Gobierno, calificándolo de “estrategia de guerra”.
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