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Cada 13 de agosto se conmemora el Día Internacional del Zurdo y, en diversos deportes, los talentosos zurdos han dejado una huella indeleble, convirtiéndose en leyendas que continúan inspirando a generaciones de aficionados.
Su creatividad, estilo impredecible y dominio técnico con la zurda los transformaron en íconos perennes, entre ellos Lionel Messi, Diego Maradona, Babe Ruth y Rafael Nadal.
Diego Armando Maradona, más que un genio futbolístico, fue un símbolo cultural. Su zurda prodigiosa deslumbró en Argentinos Juniors, Boca, Barcelona, Napoli, Sevilla y Newell’s, culminando en la gloria máxima del Mundial de 1986.
Ese torneo lo inmortalizó con dos jugadas emblemáticas: el “Gol del Siglo” y la controvertida “Mano de Dios” contra Inglaterra. Con 259 goles y 184 asistencias a lo largo de su carrera, Maradona fue un auténtico fenómeno mundial.
Por otro lado, Babe Ruth, un ícono atemporal, trascendió el deporte. Bateador y lanzador zurdo, revolucionó el béisbol en los años 20 con su poderío para el jonrón, carisma y capacidad de romper esquemas. Su récord de jonrones perduró por décadas, y su legado lo consagró como el primer gran “showman” del deporte profesional estadounidense.
A pesar de ser diestro para escribir, Rafael Nadal juega tenis con la izquierda, y esa zurda ha sido su arma letal. Con 14 títulos de Roland Garros y un total de 22 Grand Slams, es uno de los tenistas más exitosos de todos los tiempos.
Su efecto topspin zurdo y su mentalidad inquebrantable le permitieron dominar durante dos décadas. Nadal demostró que un zurdo bien entrenado puede redefinir las reglas del juego.
Asimismo, el filipino Manny Pacquiao es uno de los boxeadores más completos de la historia. Zurdazo natural, conquistó 8 divisiones distintas, un logro sin precedentes en el boxeo profesional. Su velocidad, técnica y potencia lo convirtieron en una leyenda viva dentro y fuera del cuadrilátero.
Monica Seles, ídola de los 90, con un juego feroz a dos manos y 9 Grand Slams.
Michael Phelps, aunque no zurdo para escribir, su dominio con la brazada izquierda fue fundamental en su técnica de nado, allanando su camino para convertirse en el atleta olímpico más condecorado de la historia.
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