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Este jueves 14 de agosto se cumplen dos años de aquella calurosa tarde que postró al pueblo de San Cristóbal en medio de humo, llamas y desesperación. La explosión ocurrida en el antiguo Mercadito dejó cerca de 40 fallecidos, 12 desaparecidos y decenas de heridos, marcando una de las tragedias más devastadoras en la historia reciente del país.
Hoy, el lugar del siniestro permanece como una herida abierta: una construcción inconclusa rodeada de denuncias, dolor y abandono.
“Nada… bueno, a un difunto que había allí le arreglaron la casita, más de ahí no han hecho”, lamenta José Bienvenido Jiménez, vecino del sector. “Eso se quedó así ya”, agrega con resignación.
El abogado Tico Faxas, representante legal de los familiares de las víctimas, denunció que más de 900 toneladas de escombros fueron retiradas sin protocolo, eliminando pruebas clave y, según afirma, incluso restos humanos.
“Aquí murieron 46 personas, se llevaron los escombros y con ellos 12 osamentas de personas que figuran como desaparecidas. Todo fue desechado del verdadero escenario”, aseguró Faxas.
El jurista también criticó la actuación del Ministerio Público, señalando que no se acordonó el lugar, no se realizó una investigación formal y que el único informe presentado — el del Cuerpo de Bomberos — ha sido desacreditado por nuevas experticias. “Solicitamos una certificación de sus archivos y no existe registro alguno.
Ese informe no fue hecho por el Cuerpo de Bomberos y se trata de una falsificación intelectual”, denunció.
A pesar de más de 120 demandas presentadas ante el Tribunal Superior Administrativo, los procesos penales han sufrido constantes reenvíos, y aún no se ha celebrado juicio contra los imputados: los propietarios de la empresa Vidal Plast SRL, señalada como origen del siniestro por negligencia en el manejo de materiales inflamables.
Mientras tanto, las familias siguen esperando respuestas, y San Cristóbal recuerda a sus muertos entre el polvo, el silencio y la memoria.
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