Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Escuché de alguien comentar que la queja es como una enfermedad que se extiende y agota nuestra energía; y a esta verdad yo agregué que, crear y generar soluciones a los problemas sociales y personales produce en nosotros energía y un profundo deleite, una sensación que nos recuerda que somos más que materia, que somos personas destinadas a construir y a reparar lo que está roto, dañado e inhibido. Desde que nos despertamos y sintonizamos los medios de comunicación nos encontramos con un cúmulo de quejas, pero sin propuestas, escuchamos a los partidos políticos, con sus candidatos, restándole credibilidad e importancia a las acciones de los partidos contrarios. También observamos a las comunidades quejándose porque no se ha recogido la basura, que los ríos están contaminados, que hay mucho ruido en las calles, y que el costo de la vida es muy elevado.
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También podemos escuchar quejas en otras esferas; se quejan los obreros, los líderes religiosos, los educadores, los economistas, los comerciantes, los músicos y hasta en el deporte se manifiestan las quejas y el descontento; y todas esas quejas provocan una especie de implosión emocional en nuestro ser más profundo, dejándonos desarmados, débiles y con la sensación de que todo está perdido.
Pero si como ciudadanos dominicanos, decidimos hacer cosas para reducir la corrupción y mermar el despilfarro económico causado por los gobiernos, los resultados serían más esperanzadores. Cuando nos proponemos como pueblo y comunidad enfrentar la proliferación de la delincuencia, nos sentimos con más libertad y empezamos a vivir con menos miedos. Asimismo, al unirnos para “hacer y construir”, generamos y provocamos contrapesos, evitando así, los cambios sociales bruscos y las conductas disfuncionales que nos empobrecen y nos esclavizan sin sentir las cadenas ni los golpes de las celdas emocionales. Estudios han demostrado que la acción de quejarse sistemáticamente afecta nuestro cerebro, dañando las funciones cognitivas y, dejándonos en una posición difícil para procesar, planificar y lanzar un plan que nos saque de lo cotidiano, de lo vulgar, de la hiper práctica del clientelismo.
Cambiemos las quejas por el “hacer”, dejemos de producir cortisol, detengamos el estrés innecesario. El libro antiguo, pero relevante nos dice: “Hagan todo sin quejarse y sin discutir…”. La mejor forma de generar transformación en el Estado, en las estructuras políticas y económicas, es haciendo las cosas como van. Un código penal de forma aislada no resolverá los males sociales; pero sí, personas con códigos arraigados a una ética de “hacer” lo correcto le darán vida a un código penal.
Es mejor “hacer” algo para que las cosas cambien, y no vivir quejándonos de los problemas sociopolíticos. Es mejor “hacer” que deshacer; porque cuando nos quejamos sin hacer nada, estamos socavando los cimientos de la democracia dominicana. Te invitamos a construir un nuevo país, te invitamos a “hacer” para transformar. El “hacer” es continuo y es la respuesta para generar una revolución sin armas. ¡Sustituyamos las quejas por el Hacer!
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