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En muchos casos, el bajo desempeño escolar tiene su origen en algo tan imperceptible como crucial: la salud visual.
Según Ana Lucía Castillo, cirujana oftalmóloga de la Unidad de Oftalmología y Catarata (UOC), aprender depende, en gran medida, de la vista, aunque “cuando un niño o niña enfrenta dificultades académicas, usualmente se atribuye a falta de interés, problemas de conducta o trastornos del aprendizaje; sin embargo, la verdadera causa podría ser una visión no diagnosticada o no corregida”.
La especialista en Oftalmología Pediátrica y Estrabismo asegura que una revisión visual a tiempo puede cambiar el rumbo académico de un estudiante.
Según la American Optometric Association (AOA), hasta un 80 % del aprendizaje en la infancia se basa en la vista, lo que la convierte en una herramienta esencial para leer, escribir, jugar y socializar.
Desde los primeros meses de vida, los niños aprenden observando: imitan gestos, reconocen rostros y siguen objetos con la mirada. Si su visión no es óptima, el desarrollo y el aprendizaje se ven limitados. En preescolar, cuando las habilidades lingüísticas aún están en desarrollo, esta dependencia de la observación es mayor, lo que dificulta que los pequeños expresen si ven borroso.
En la edad escolar, problemas como miopía, hipermetropía o astigmatismo pueden impedir ver bien la pizarra, dificultar la lectura o provocar fatiga visual. Esto suele confundirse con desinterés, falta de atención o problemas de conducta.
Los especialistas de la UOC recomiendan estar atentos a señales como:
En muchos casos, el dolor de cabeza es el único síntoma de un problema visual no diagnosticado.
La buena noticia: la mayoría de estos problemas se corrigen fácilmente si se detectan a tiempo. Un chequeo oftalmológico puede mejorar el rendimiento académico y la confianza del niño.
En la UOC, cada consulta infantil es una oportunidad para potenciar su visión, su seguridad y su aprendizaje, con un equipo especializado en salud visual pediátrica y tecnología de diagnóstico preciso.
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