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El progresivo envejecimiento de la población dominicana, evidenciado por el incremento constante de la proporción de personas mayores de 60 años, implica un cambio estructural que repercutirá directamente en la sostenibilidad del sistema de seguridad social, escenario que demanda considerar y adoptar reformas para fortalecerlo.
La advertencia proviene de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) a preguntas del periódico Hoy sobre el tema. Destaca cuatro implicaciones clave en esta situación: menos trabajadores activos y más jubilados, aumento del gasto en salud y cuidados, mayor presión sobre los fondos de pensiones, y nuevas prioridades en la política pública.
La población de 60 años o más pasó del 4.4% en 1950 al 13.2% en 2022, estimándose que para 2050 uno de cada cinco dominicanos (20%), estará en ese grupo y a largo plazo superará a los menores de 5 años.
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“Lo anterior implica que en la medida que disminuye la población joven adulta en edad de trabajar y que aumenta el número de adultos mayores, el sistema de seguridad social enfrentará una presión creciente puesto que cada vez habrá menos personas en edad de trabajar que aporten al sistema, y más jubilados que dependen de esos aportes; este desequilibrio comprometerá la capacidad del sistema para financiar adecuadamente las pensiones futuras”, explica la ONE.
En términos de salud, advierte que el envejecimiento poblacional conlleva una mayor demanda de servicios médicos especializados, medicamentos y cuidados continuos, dado que las personas mayores requieren con frecuencia atención prolongada, lo que eleva considerablemente los costos del sistema de salud y demanda una expansión de los servicios de apoyo social.
Los técnicos de la ONE señalan que con el crecimiento de los jubilados, y con un gran grupo que no tendrá pensión, en contraste con una base de cotizantes más reducida, podría poner en jaque la viabilidad financiera de los fondos de pensiones.
“El Estado deberá adaptar su agenda social para responder a las necesidades de una población más longeva. Esto implica la construcción de entornos accesibles y seguros para las personas mayores, así como el desarrollo de programas específicos de protección social, atención domiciliaria, formación de cuidadores y fomento del envejecimiento activo”.
La República Dominicana atraviesa un momento muy particular conocido como “bono demográfico”, es decir, cuando hay menos niños y adultos mayores (población dependiente o inactiva) en comparación con la cantidad de personas en edad de trabajar, o sea, la mayoría tiene entre 15 y 64 años, lo que significa que está en condiciones de producir, generar ingresos, emprender y aportar al crecimiento económico.
“Este escenario favorable para el país comenzó a perfilarse desde el año 2008 y se espera que se mantenga, con sus mayores ventajas, hasta alrededor del año 2065”, explica la ONE, al agregar que después de ese período, el envejecimiento de la población hará que aumente nuevamente la proporción de dependientes, sobre todo adultos mayores que necesitarán pensiones, atención médica y cuidados especiales.
Por tanto, sugiere que aprovechar el bono demográfico es fundamental, ya que el país cuenta con una población joven y adulta en condiciones de trabajar y generar riqueza, lo cual representa una ventaja para impulsar el desarrollo y una oportunidad para fortalecer sistemas esenciales como invertir en educación técnica laboral y superior, así como fomentar la creación de fuentes de empleo e infraestructura.
Sin embargo, también se identifican riesgos importantes, si no se generan suficientes empleos dignos, no se invierte en la formación de los jóvenes, o si se excluye a sectores del desarrollo, ya que “esa abundancia de población activa podría convertirse en una situación que podría acarrear desempleo, pobreza urbana, migración forzada o pérdida de confianza en las instituciones”.
En cuanto al impacto de la reducción de la fecundidad por la entrada de las mujeres al mercado laboral, precisan que aunque es un factor importante, en el descenso se han conjugado una serie de factores, entre ellos, los métodos anticonceptivos modernos y una mayor participación de las mujeres jóvenes en la educación superior, así como una mayor conciencia de su plan de vida futura.
En lo relativo a los nacimientos de hijos de inmigrantes haitianos y su peso en la dinámica demográfica, los técnicos de la ONE destacan que es un aspecto relevante para la planificación a largo plazo y se debe llevar a cabo el estudio de esos nacimientos, incluyendo aquellos registrados entre las mujeres residentes en el país que forman parte de otros grupos diversos.
Indican que algunas de estas mujeres tienden a ser más jóvenes, y pueden presentar patrones de fecundidad diferentes al promedio nacional, lo cual es una dimensión a considerar.
Sin embargo, aclaran que la limitada disponibilidad de datos sistemáticos y suficientemente desagregados impide una evaluación precisa de su impacto en las proyecciones futuras. “Esta situación resalta la importancia de fortalecer la recolección y el análisis de información demográfica con enfoque técnico, objetivo y de largo plazo”.
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