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NUEVA YORK — Ismael “El Mayo” Zambada, exlíder del cártel de Sinaloa, se declaró culpable el lunes de cargos federales de narcotráfico, expresando su pesar por haber contribuido a inundar Estados Unidos con cocaína, heroína y otras sustancias ilícitas, y por fomentar la violencia en México.
“Reconozco el enorme daño que las drogas ilegales han causado a personas en Estados Unidos, México y otras partes”, declaró a través de un intérprete. “Asumo la responsabilidad de mis acciones y ofrezco disculpas a todos los que sufrieron o fueron afectados por mis actos”.
Bajo el liderazgo de Zambada y de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el cártel de Sinaloa pasó de ser un grupo regional a ser la organización de narcotráfico más grande del mundo, según los fiscales.
“Culpable”, dijo Zambada en español, al momento de presentar su declaración en un tribunal de Brooklyn, a unos 3.500 kilómetros (2.200 millas) de su estado natal de Sinaloa.
Reconoció la magnitud de la operación del cártel de Sinaloa, incluyendo subordinados que establecieron relaciones con productores de cocaína en Colombia, supervisaron la importación de cocaína a México por vía marítima y aérea y el contrabando de drogas hacia Estados Unidos. Admitió que el cártel recaudaba cientos de millones de dólares anualmente y que sus empleados pagaron sobornos a policías y mandos militares en México para operar sin trabas en el país.
La secretaria de Justicia de Estados Unidos, Pam Bondi, viajó a Nueva York, donde calificó la declaración de culpabilidad de Zambada como una “victoria histórica” y aseguró que el capo “morirá en una prisión federal de Estados Unidos, donde pertenece”.
Buscado por las autoridades estadounidenses durante más de dos décadas, Zambada fue arrestado en Texas el año pasado, al final del gobierno del expresidente Joe Biden, cuando llegó en un avión privado a un aeropuerto de Texas junto a uno de los hijos de Guzmán, Joaquín Guzmán López. Zambada ha dicho que fue secuestrado en México y llevado contra su voluntad a Estados Unidos.
Terry Cole, director de la Administración de Control de Drogas (DEA), dijo que durante sus décadas como agente, los investigadores que perseguían a Zambada y a otros capos del narcotráfico a veces eran advertidos de que “perseguían sombras” que se consideraban intocables.
Su arresto, junto con el de Guzmán López, desató enfrentamientos sangrientos en el estado de Sinaloa entre sus fuerzas y los partidarios de los hijos de Guzmán, apodados “los Chapitos”.
Un negociador destacado, Zambada era considerado el estratega del cártel, y se creía que estaba más involucrado en las operaciones diarias en comparación con Guzmán. Sin embargo, los fiscales han dicho que Zambada también participaba en la violencia del grupo, e incluso llegó a ordenar el asesinato de su propio sobrino.
En la capital de Sinaloa, Culiacán, los cadáveres yacen en las calles o aparecen colgados de los pasos elevados. Los negocios cierran temprano porque la gente apenas sale al caer la noche. Las escuelas se paralizan durante los enfrentamientos y diversos grupos de la sociedad, desde influencers hasta cuidadores de animales, se han visto afectados por el derramamiento de sangre.
Su declaración de culpabilidad — dos semanas después de que los fiscales indicaran que no buscarían la pena de muerte en su contra — llega en un momento en que el presidente Donald Trump y el Departamento de Justicia han intensificado su lucha contra los cárteles del narcotráfico. La Casa Blanca ha declarado a los cárteles como organizaciones terroristas, ha desplegado activos militares frente a Venezuela y ha obligado al gobierno mexicano a entregar a varias decenas de cabecillas del cártel para ser procesados en Estados Unidos.
El abogado de Zambada, Frank Perez, resaltó que el acuerdo de culpabilidad no obliga a su cliente a cooperar con los investigadores del gobierno. Agregó que, en realidad, Zambada nunca quiso ir a juicio, y que una vez que la pena de muerte fue retirada, su “enfoque cambió a aceptar la responsabilidad y seguir adelante”.
Bondi enfatizó el rechazo de México a la pena de muerte, lo cual es un factor en su disposición para extraditar a sospechosos hacia Estados Unidos. Si bien Zambada no fue extraditado, aludió al entendimiento entre las naciones de que “no podemos buscar la pena de muerte” para aquellos que sí.
Zambada, de 75 años, será sentenciado a cadena perpetua el 13 de enero. También se enfrenta a sanciones financieras por miles de millones de dólares.
Al entrar en la sala del tribunal en Brooklyn, Zambada se mostró inestable en ciertos momentos, al punto de que un agente lo sostuvo del brazo para guiarlo a su asiento en la mesa de los acusados.
Mientras el juez Brian M. Cogan describía los cargos en el acuerdo de culpabilidad, Zambada escuchaba atentamente y se pasaba la mano derecha por el cabello blanco en varias ocasiones.
Luego, en un discurso de ocho minutos ante el tribunal, Zambada relató su participación en el negocio de las drogas ilegales desde su adolescencia, cuando, después de dejar la escuela al concluir la primaria, plantó marihuana por primera vez en 1969. Declaró que luego vendió heroína y otras drogas, pero especialmente cocaína. Desde 1980 hasta el año pasado, él y su cártel fueron responsables de transportar al menos 1,5 millones de kilogramos de cocaína, la mayoría de los cuales se dirigieron a Estados Unidos, afirmó.
En su acusación, la fiscalía aseguró que Zambada y su organización también traficaron fentanilo y metanfetamina.
Zambada se declaró culpable de cargos por participar en una empresa criminal continua entre 1989 y 2024 y de asociación ilícita para delinquir, lo cual abarca la participación en varios delitos desde 2000 hasta 2012.
Guzmán fue sentenciado a cadena perpetua tras ser condenado en el mismo tribunal federal en Brooklyn en 2019.
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