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La electrofisiología cardíaca revolucionó el diagnóstico y tratamiento de arritmias en adultos durante las últimas décadas y hoy, más que nunca, esta subespecialidad está dejando una huella profunda en la cardiología pediátrica.
Aunque las arritmias en niños son menos comunes que en adultos, su correcta identificación y manejo pueden marcar la diferencia entre una vida plena y complicaciones que comprometan el desarrollo, la calidad de vida o incluso la supervivencia del paciente.
Elaine Nuñez Ayala, cardióloga-electrofisióloga de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), explica que la electrofisiología aplicada a la pediatría es una rama muy especializada que se dedica al estudio del sistema eléctrico del corazón, así como al diagnóstico y tratamiento de los trastornos del ritmo cardíaco en niños, mediante procedimientos terapéuticos o intervencionistas como la ablación por radiofrecuencia, desde el periodo neonatal hasta la adolescencia.
La misma incluye desde trastornos benignos como las extrasístoles auriculares o ventriculares aisladas, hasta arritmias potencialmente letales como la taquicardia ventricular sostenida, el síndrome de QT largo o la fibrilación ventricular en contextos congénitos o canalopatías hereditarias.
Expresa que, cuando se aplica en niños, requiere no solo conocimiento técnico avanzado, sino también una profunda comprensión de la anatomía cardíaca congénita y el desarrollo fisiológico del corazón en crecimiento. Esta disciplina permite abordar con precisión la causa de los síntomas y ofrecer tratamientos curativos, especialmente en aquellos casos donde las arritmias no responden adecuadamente al manejo farmacológico.
¿Por qué es importante?
Algunos pacientes presentan síntomas evidentes como palpitaciones, fatiga, síncope o intolerancia al ejercicio; otros, en cambio, pueden permanecer asintomáticos hasta que se produce un evento grave, como un paro cardíaco súbito.
En neonatos y lactantes, la dificultad para expresarse hace que los signos sean aún más inespecíficos: irritabilidad, rechazo al alimento o episodios de palidez pueden ser manifestaciones subyacentes de un ritmo rápido denominado taquiarritmia o un ritmo lento o bradiarritmia.
Además, en el contexto de cardiopatías congénitas, donde se combinan alteraciones anatómicas con posibles trastornos eléctricos, la evaluación electrofisiológica se vuelve fundamental. Un número significativo de pacientes que han sido sometidos a cirugía correctiva de cardiopatías congénitas desarrollan arritmias a mediano o largo plazo debido a cicatrices miocárdicas o disrupciones en el sistema eléctrico de conducción.
¿Arritmia en un niño?
El diagnóstico de una arritmia pediátrica comienza con una evaluación clínica cuidadosa, un electrocardiograma (ECG) y pruebas complementarias como el monitoreo Holter de 24 horas, pruebas de esfuerzo, y estudios de imagen (ecocardiograma, resonancia magnética).
Cuando las pruebas no son concluyentes, o si se sospecha una arritmia compleja, se puede realizar un estudio electrofisiológico, un procedimiento mínimamente invasivo en el que se introducen catéteres a través de venas periféricas hasta el corazón para estudiar con precisión su actividad eléctrica.
En casos seleccionados, sobre todo en arritmias sintomáticas o de alto riesgo, puede ofrecerse tratamiento definitivo mediante ablación con radiofrecuencia. Estos procedimientos tienen una tasa de éxito muy alta y baja incidencia de complicaciones cuando se realizan en centros especializados.
Tratamientos
Del marcapasos a la ablación, uno de los grandes avances en la electrofisiología pediátrica es la capacidad de ofrecer tratamientos curativos mediante procedimientos mínimamente invasivos. La ablación con radiofrecuencia ha demostrado ser altamente efectiva en la erradicación de arritmias como la taquicardia por reentrada nodal o las taquicardias mediadas por vías accesorias (como en el síndrome de Wolff-Parkinson-White).
En centros con experiencia, estos procedimientos tienen tasas de éxito superiores al 90 % y bajas tasas de complicaciones, incluso en pacientes de bajo peso o edad temprana. Aun así, requieren tecnología avanzada y equipos multidisciplinarios con entrenamiento específico, dado que los desafíos técnicos y anatómicos en este grupo etario son notables.
Asimismo, algunos niños con trastornos del ritmo severos requieren implante de dispositivos como marcapasos o desfibriladores automáticos implantables, particularmente aquellos con bloqueos de alto grado, síndrome del QT largo con alto riesgo de muerte súbita o taquicardias ventriculares documentadas.
Perspectivas
La doctora Núñez expresa que la electrofisiología pediátrica sigue siendo un área emergente en muchos países de América Latina, donde el acceso a estudios especializados aún es limitado. Sin embargo, se han registrado avances importantes.
En República Dominicana, centros como el Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat) han desarrollado programas dedicados a la atención de niños con arritmias, realizando procedimientos de ablación en edad pediátrica con estándares internacionales.
Hoy día, Cedimat se ha consolidado como un referente en electrofisiología pediátrica, ofreciendo atención integral a niños con arritmias desde etapas muy tempranas de la vida. Con un equipo multidisciplinario, tecnología de punta y una visión centrada en la seguridad del paciente pediátrico, se han realizado decenas de estudios electrofisiológicos y procedimientos de ablación exitosos en niños y adolescentes.
El desarrollo de esta subespecialidad implica no solo la adquisición de equipamiento adecuado, sino también la formación continua de recursos humanos, el trabajo en red con cardiólogos pediátricos, intensivistas pediátricos, anestesiólogos pediatras y cirujanos cardiovasculares, así como la implementación de estrategias de detección precoz.
Con rostro humano
La electrofisiología pediátrica combina la precisión técnica con la empatía que exige tratar a los más pequeños. Requiere no solo conocimientos profundos, sino también sensibilidad para abordar el miedo de los padres, el manejo del dolor, la adaptación a anatomías variables y la necesidad de acompañamiento a largo plazo.
En definitiva, apostar por la electrofisiología pediátrica es invertir en el futuro de los niños. Significa brindarles no solo una mejor calidad de vida, sino también la posibilidad de crecer sin los límites que imponen las enfermedades del ritmo cardíaco.
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