Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
España está en boga entre las Big Tech. Casi todas han escogido nuestro país para edificar nuevos centros de datos. Las inversiones son notables en varias comunidades, pero Aragón es sin duda una de las que más ha apostado por estas instalaciones, aunque hay (al menos) un inconveniente.
El agua.
Así lo indica un reportaje de El País donde se abordan los riesgos que estos nuevos centros de datos suponen no solo en España, sino también en otros países como México o Chile, donde hay fuertes inversiones de este tipo.
En el caso de España se presta atención especial a lo ocurrido en los últimos meses en Huesca, donde Amazon ya tenía tres centros de datos para su plataforma AWS (en El Burgo de Ebro, Villanueva de Gállego y el polígono PHLUS en Huesca capital), pero ya proyecta uno nuevo en Walqa. La empresa anunció el año pasado una inversión de 15.700 millones de dólares en la región entre 2024 y 2033.
Este proyecto generó bastante polémica a principios de año. Fue entonces cuando los vecinos del barrio rural de Cuarte empezaron a recibir cartas avisándoles de una expropiación de terrenos junto al Parque Tecnológico de Walqa. Entre las preocupaciones de dichos vecinos estaba el trazado de una nueva línea eléctrica de alta tensión que cruzaba el pueblo, además del elevado consumo de recursos hídricos.
Los vecinos se reunieron con representantes de Amazon en febrero y finalmente lograron que la tecnológica desviase ese trazado de la línea de alta tensión fuera del pueblo. Amazon también llegó a un acuerdo para financiar infraestructuras para proveer agua a Cuarte y otras poblaciones mediante nuevas obras de canalización desde el manantial de San Julián de Banzo.
El problema energético sigue siendo llamativo. Esos centros de datos, a los que se suma el que proyecta uno en La Cartuja, en Zaragoza, consumirán 10.800 GWh, una cifra enorme que de hecho supera el consumo de energía eléctrica de toda la provincia en 2024, que fue de 10,54 GWh. Para resolver ese problema la empresa ha pagado 1,5 millones de euros para ampliar la red eléctrica a todos sus centros de datos.
Pero el consumo de agua es aún más relevante. Carlos López, miembro de Ecologistas en Acción en Aragón, explicaba en El País cómo Amazon instalará dentro de sus parcelas varios pozos para extraer agua del subsuelo y así refrigerar los equipos.
Se calcula que estos centros de datos consumirán más de 755.000 metros cúbicos de agua al año para refrigerar equipos, pero según López no habrá control y “no se va a poder demostrar cuánta agua van a extraer”. Un portavoz de Amazon aclaraba en ese reportaje que esos pozos “están sujetos a una estricta supervisión regulatoria” y están planteados como una fuente de agua de reserva.
La empresa ya indicó este año que está utilizando un 48% más de agua de lo esperado por una simple razón: el calor. Queda por ver, por supuesto, qué ocurre cuando estos centros estén operativos: será entonces cuando se podrán valorar realmente esos consumos energéticos y de agua y su impacto real en Aragón, tanto para los consumos de sus ciudadanos y el resto de la industria — y en especial, el regadío — como en el impacto medioambiental.
Eso hace que sea muy difícil evaluar el verdadero retorno de este tipo de proyectos para países como España. Aunque es cierto que durante su construcción se genera empleo, la operativa no suele requerir tantos puestos.
En el reciente proyecto del centro de datos que Meta está creando en Talavera de la Reina (Toledo) se espera que se creen unos 5.000 empleos para su construcción. Sin embargo, cuando esté operativo Meta empleará a unos 250 profesionales para su gestión y mantenimiento.
Documentos obtenidos por El País revelan que en octubre de 2021, en los tres centros de datos que existían en Aragón “el total de empleados directos en cada uno de los tres centros en Aragón no superaba en ese momento la veintena”. Esa alfombra roja con la que algunas comunidades autónomas están recibiendo estas inversiones puede terminar dando muchos disgustos.
Todo parecía prometedor en el nuevo proyecto del centro de datos que Google quería instalar en el Parque de las Ciencias, en el departamento uruguayo de Canelones, cercano a Montevideo.
Este centro de datos, el segundo de la compañía en América Latina, se empezó a construir en agosto de 2024 con una inversión de más de 850 millones de dólares. No obstante, el proyecto lleva desde sus inicios envuelto en una importante polémica.
A Daniel Pena, investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Uruguay), algo le generaba dudas en ese proyecto del gigante de las búsquedas. En julio de 2022 este experto analizó el proyecto que Google presentó, pero se dio cuenta de algo importante: en ningún momento se daban detalles sobre el consumo de agua o energía que implicaría dicho centro de datos.
El Ministerio de Ambiente uruguayo le denegó el acceso a esos datos, y en diciembre presentó una demanda con la ayuda de la abogada Carolina Neme. Meses después, Pena pudo acceder a la información y descubrió que en una primera etapa el centro de datos necesitaría 3,8 millones de litros de agua al día (3.800 metros cúbicos). En la segunda esa necesidad se duplicaba: necesitaría 7,6 millones de litros de agua (7.600 metros cúbicos). Pero no cualquier tipo de agua.
Agua potable.
Pena señaló que las necesidades de agua por parte de ese centro de datos eran “considerables”. El consumo promedio mensual de un hogar por tres o cuatro personas es de 15 metros cúbicos, lo que significa que el centro de datos plantea un consumo equivalente al de unas 55.000-60.000 personas al día.
Google terminó modificando varios aspectos del proyecto, y entre ellos el del uso de agua potable. La empresa finalmente obtuvo el permiso para construirlo, cuando entre otras cosas señaló que en lugar de utilizar agua potable emplearía un sistema de refrigeración basado en los llamados chillers, circuitos cerrados que recirculan el agua y no la desperdician, lo que reduce de forma significativa su consumo.
Hay que destacar además que existen sistemas de refrigeración por evaporación que no necesitan agua potable y que pueden funcionar perfectamente con agua reciclada, como por ejemplo la recuperada de otros procesos industriales. Aun así el agua utilizada debe tener una baja salinidad y mineralización para no dañar los equipos con corrosión o sedimentos.
Imagen | AWS
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