Economicas

Estadísticas frente a la oposición

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Ejercer el poder en sociedades como la nuestra implica ganar elecciones y convencer desde el gobierno.

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Ejercer el poder en sociedades como la nuestra implica ganar elecciones y convencer desde el gobierno. Incluso, la validación política que se expresa en las urnas requiere una amplia visión de que los grupos opuestos a la causa exitosa sean persuadidos por la fuerza de las referencias estadísticas, confiables y contundentes, capaces de constituirse en argumentos irrefutables ante el juicio objetivo de organismos validadores de las prácticas correctas.

Por años, la pasión opositora encontró en los informes de organismos financieros y crediticios un baluarte capaz de reducir sus alegatos a la politiquería pura y simple. No es que se transfiera con categoría irrefutable sus números, sino que los técnicos acreditados de instituciones como CEPAL, BID, BM, Moody’s o Standard & Poor’s se encuentran a distancia segura del debate acalorado y de la pasión partidista, y cerca del dato certero y difícil de impugnar.

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En el país, la oposición es útil y necesaria porque sirve de contrapeso al poder. Ahora bien, el error táctico de legítimos exponentes de partidos adversos al oficialismo reside en la construcción de un relato cuestionador que se limita a las redes sociales y la agitación mediática, ignorando que erosionar con eficacia a los detentadores del Gobierno provoca líneas de verdadera diferenciación. Y lo cierto es que, en el terreno de los hechos, grupos significativos del país poseen frescos recuerdos de voceros y proponentes de políticas públicas que tuvieron 20 años para transformar lo que ahora critican, pero el imaginario popular se desencantó de ellos y los rechazó en el espacio de mayor legitimidad democrática: las urnas.

Insistir en el refugio táctico de las RRSS como instancia crítica no necesariamente construye mayorías. Incluso, la estrategia de descalificación nunca ingresa en los terrenos de la ética, la transparencia y la rendición de cuentas. Esto se debe a que las opiniones de reputados exponentes opositores están asociadas con un modelo de conducta pública no interpretado correctamente y que se erigió como causa esencial de sus dos últimas derrotas. Así, no comprenden con eficacia que la efectividad del mensaje depende del mensajero.

El Gobierno, en la intención de reformular los argumentos que sustentan su gestión, debe concentrarse en datos certeros y un relato coherente sobre logros, para mostrar de manera creíble todo lo hecho, no comunicado con articulación política imbatible hasta ahora. Ahora bien, si en el espectro opositor la credibilidad del mensaje y del mensajero es sinónimo de descreimiento, esto también opera para la lógica oficial. Al final de la actual coyuntura se trata de ganar la batalla del relato en la ciudadanía. Falta tiempo para las urnas, lo inteligente es trabajar en victorias inmediatas que vayan fortaleciendo el espíritu de convicción en

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