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Galaxy Invader 1000: el retorno de mi consola de la niñez en la pantalla del iPhone

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Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios y blogs en español.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Cádiz (1973) Redactor y editor centrado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios y blogs en español.

En 1983 yo tenía 10 años, hoy, precisamente, cumplo 52, pero también un tesoro entre mis manos. Los Reyes Magos me trajeron la Galaxy Invader 1000. A principios de los 80, en España comenzaban a llegar esas “maquinitas” que nos hacían soñar con batallas espaciales. Para un niño de 1973, era lo máximo en modernidad. No importaba que solo tuviera un juego, ni que hubiera que ponerle cuatro pilas AA que parecían durar un suspiro, encenderla y ver brillar la pantalla VFD en plena oscuridad era magia pura.

Fabricada por la japonesa Gakken en 1980 y distribuida en España poco después por empresas como PROEIN, la Galaxy Invader 1000 era parte de una generación de consolas portátiles o handheld que imitaban clásicos como Galaxian o Space Invaders. Su diseño en plástico amarillo, la mía era azul, con un gran botón rojo para disparar y una palanca metálica para mover la nave, destacaba si la veían tus amigos. La pantalla fluorescente, con matriz de 27×3 elementos, ofrecía colores verde-azulados y rojos que permitían jugar incluso a oscuras, algo que en ese momento era una inmersión en mi propio mundo interior.

La experiencia era simple pero adictiva, mover la nave a izquierda y derecha, esquivar disparos y eliminar oleadas de enemigos que descendían sin piedad. La máquina tenía tres niveles de dificultad, contador de puntuación y la capacidad de engancharte durante horas. El brillo del display VFD y la claridad de los elementos hacían que, como ya dije, jugar en la cama a oscuras era una experiencia.

Hoy he vuelto a tenerla, pero en versión digital. La app oficial Galaxy Invader 1000, disponible por 1,99 € en iOS y Android, reproduce fielmente el panel original, los colores y la disposición de los enemigos. Al abrirla, me encontré con la misma disposición de zonas, UFO Zone, Invader Zone y Missile Station, y el mismo gran botón rojo virtual para disparar. Incluso la sensación de ver subir la puntuación se mantiene, aunque ahora ya no dependo de pilas ni de la luz de la habitación.

Volver a jugar a la Galaxy Invader 1000 en el móvil ha sido como abrir una cápsula del tiempo. La música de mi infancia no estaba, pero mi memoria la ponía de fondo. El Coche Fantástico en la tele, un bocadillo de Nocilla en la mano y la intención de batir mi récord. Cuatro décadas después, la pantalla ya no es fluorescente, pero la emoción sigue intacta. Es un regalo de cumpleaños inesperado que me recuerda que, a veces, la tecnología más simple es la que más huella deja. Si quieres saber más sobre esta consola ochentera, echa un vistazo a esta entrada de blog tan interesante.

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