Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
La geoestrategia, históricamente entendida como herramienta militar de planificación territorial, se ha transformado en una disciplina completa que engloba lo político, lo económico, lo cultural y lo espiritual. Ya no debe limitarse a la defensa nacional. Como rama de la geopolítica, desarrolla teorías y políticas de expansión más allá del territorio. Donde hay proyección y expansión, hay geoestrategia.
La República Dominicana, por su ubicación geográfica, no es solo un punto de tránsito marítimo y aéreo entre América y Europa. Es un territorio con un perfil geoestratégico ventajoso. Su ubicación central en el Caribe le permite dominar las comunicaciones entre Norte, Centro y Suramérica, además de las rutas hacia Europa. Tiene acceso al Océano Atlántico, al Mar Caribe y al estratégico Canal de la Mona. Su frontera marítima con múltiples países la convierte en punto de recalada comercial, turística y logística.
Puede leer: ¿Qué hay detrás de la Resolución 219-2025?
Esta ubicación privilegiada, junto a su condición insular, es nuestra mayor fortaleza… y también nuestra principal debilidad. Los fenómenos naturales y el crimen organizado internacional encuentran en nuestro territorio una puerta abierta si no se adopta una visión estratégica. Cada huracán, cada sequía, cada desplazamiento forzado son también desafíos geoestratégicos. La planificación climática debe incorporarse como doctrina de seguridad nacional.
La República Dominicana no puede seguir siendo vista como una isla turística ni como economía dependiente de remesas. Se requiere una transformación doctrinal que reconozca el desconocimiento histórico de nuestro valor geoestratégico, el alto costo de no tener visión estratégica y la urgencia de proclamar nuestro rol como eje continental. Ignorar esta visión implica pérdida territorial, cultura conformista, uso irracional de los recursos y vulnerabilidad frente a redes transnacionales de criminalidad.
Haití luego que allí se estabilice la situación de inestabilidad debe abordarse como una política de expansión económica política de integración estratégica que combine defensa con desarrollo. Salir de la dependencia comercial haitiana, recuperar el mercado caribeño como espacio de integración, volver a ser centro de abastecimiento para las Antillas, liderar alianzas de libre comercio y proyectar el mar como espacio económico son tareas ineludibles. No basta con ocupar el territorio: hay que convertirlo en horizonte defensivo y plataforma de desarrollo.
Ante este escenario, se impone formalizar una doctrina geoestratégica dominicana que incluya la creación de un Consejo Nacional de Geoestrategia con participación civil, militar y académica; la elaboración de un Mapa de Riesgos y Oportunidades actualizado periódicamente; y el desarrollo de una geoestrategia territorial que articule riqueza, posición, idiosincrasia y creatividad nacional.
Seguiré como Montesinos, diciendo que “una voz clama en el desierto” y en esta vez esa voz reivindica que República Dominicana no es solo una isla: es un eje. Su perfil geoestratégico no debe ser ignorado ni subestimado. Debe ser impulsado, defendido y proyectado. Porque donde otros ven frontera, nosotros debemos ver horizonte.
Agregar Comentario