Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
En Vicálvaro (Madrid), la nueva planta de producción de billetes de euro de Imbisa -sociedad suministradora del Banco de España- dispone de una línea robotizada que se encarga de empaquetar (meter en cajas) los fajos de billetes, así como del paletizado de dichas cajas una vez llenas. En Granada, cientos de metros de transportadores mueven las cajas de producto en el almacén automatizado de HSN -líder en dietética y nutrición deportiva-, una de las mayores soluciones de almacenamiento AutoStore del sur de Europa. Todo conectado y supervisado en tiempo real.
Detrás de estos dos proyectos está Inser Robótica, ingeniería especializada en el diseño e integración de sistemas de automatización a medida. “Nuestro punto fuerte es la integración de máquinas diferentes para una función concreta, en el espacio disponible, y según las necesidades de cada cliente”, comenta el director de marketing, Antxoka Gómez. El ensamblaje y la programación son los que hacen que todo el engranaje funcione. Algunos componentes electrónicos y los robots vienen de fuera -Alemania o Japón-, pero los accesorios que permiten la personalización -por ejemplo, la garra que manipula un producto específico- se diseñan en su sede de Bizkaia, y se construyen con proveedores locales, resalta la directora general, Ana Camacho.
Ambos recuerdan por videollamada el nacimiento de Inser Robótica, en 1987, de la mano de un pequeño grupo de ingenieros que quiso traer la robótica a la industria española. Venían de una compañía que se dedicaba a la máquina-herramienta e importaba de otros países. “Tuvieron claro que por ahí iba a ir el futuro”, insiste Gómez. Se estrenaron con la instalación de un robot Unimate hidráulico en una célula de paletizado (sistema automatizado para apilar productos en palés siguiendo patrones específicos). Algo primitivo, rudimentario si se quiere, comparado con los servomotores modernos, pero con un impacto, técnico y simbólico, enorme.
Ya no queda ninguno de aquellos fundadores en la empresa, pero su apuesta visionaria en la España de finales de los ochenta sentó las bases de una filosofía from production to expedition (de la producción a la expedición). Traducido, se trata de abordar la automatización de los procesos de casi cualquier producto que viaja en cajas por la cadena de producción o logística, rumbo al cliente final. “Hemos pasado de ser proveedores de operaciones concretas a proveedores de instalaciones, en las que damos las soluciones completas”, puntualiza Camacho. Llave en mano.
Según esta visión, el servicio de posventa es clave para que los trajes a medida que diseña Inser Robótica sigan cumpliendo su misión una vez en marcha. “Gracias a nuestro software de control y supervisión, podemos diagnosticar la mayoría de averías de manera remota, y resolver el 80% de las incidencias sin desplazarnos, reduciendo los tiempos de parada y los costes asociados”, aporta.
Con el paso del tiempo, los robots y la programación han evolucionado y las instalaciones han ganado en complejidad. “Hace 10 años podíamos llevar a la vez unos 40 o 50 proyectos; ahora son menos [unos 15 o 20], pero mucho más grandes”, compara Gómez.
La empresa vasca ha ido integrando tecnologías de la industria 4.0: visión artificial, inteligencia artificial, internet de las cosas (IoT), tratamientos de datos. Supera los 80 trabajadores en plantilla, tiene una posición consolidada en Estados Unidos, Francia, Canadá y Reino Unido, y finalizó 2024 con una facturación de 14,5 millones de euros, un 30% procedente de los mercados internacionales. Los años en los que desarrolla actuaciones de envergadura en otros países del mundo, un 40% o incluso un 50% de lo que factura viene de fuera. “Son proyectos que, históricamente, desvirtúan nuestras cuentas porque tienen muchos picos y valles”, reconoce Gómez.
Si, en sus inicios, las soluciones de Inser Robótica se vinculaban a la automoción, ahora son multisectoriales, y ni siquiera se limitan a la industria, ya que han entrado en el terreno de la intralogística -movimiento de materiales dentro de una empresa-, como prueba la instalación para HSN. “Nos centramos en los bienes de consumo no duraderos -alimentación, bebidas, farmacéutica-, donde la rapidez y la adaptabilidad de la línea son clave”, explica Camacho.
Ahora, la experiencia con Imbisa permite explorar otros caminos, y, por esa línea, tiene en marcha un proyecto para la fabricación de pasaportes. “Nuestras cuentas no dependen de la marcha de un solo sector”, reitera, valorando la ventaja competitiva de no poner todos los huevos en la misma cesta.
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