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La doctora estudia dolencias cardíacas en niños, ¿hay cura?

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Sin embargo, para algunos pequeños, ese ritmo perfecto se ve amenazado por una condición poco conocida pero potencialmente peligrosa: las arritmias.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Los cardiólogos han realizado docenas de procedimientos a menores de edad. En el corazón de un niño, cada latido cuenta. Cada pulso es una promesa de vida y sueños por realizar. Sin embargo, para algunos pequeños, ese ritmo perfecto se ve amenazado por una condición poco conocida pero potencialmente peligrosa: las arritmias. Las consideraciones corresponden a la doctora Elaine Núñez Ayala, cardióloga electrofisióloga. Estas alteraciones en el ritmo cardíaco pueden provocar desde palpitaciones y fatiga, hasta desmayos y, en casos extremos, riesgo de muerte súbita o repentina. Frente a este escenario, la medicina moderna ha desarrollado una técnica capaz de transformar vidas: la ablación con catéter. Este procedimiento mínimamente invasivo ha revolucionado el tratamiento de las arritmias, brindando una solución efectiva, segura y, en muchos casos, definitiva.

Entre los años 2014 y 2025, se realizaron en el Centro de Diagnostico Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT), 175 procedimientos de ablación en pacientes pediátricos, cuyas edades oscilaron entre los 4 y los 17 años, con una edad promedio de 11 años. Un dato relevante es que el 58 % de los pacientes fueron varones, explica la especialista en cardiología.

La ablación es un procedimiento en el que, utilizando delgadas sondas llamadas catéteres, se accede al interior del corazón a través de una vena o arteria, generalmente desde la región inguinal, afirma. “Una vez dentro, se localiza con precisión el sitio exacto donde se origina la arritmia y se aplica una fuente de calor, denominada energía de radiofrecuencia, generando una pequeña lesión controlada que elimina o bloquea el circuito eléctrico anómalo”, asegura Núñez.

Esta técnica permite corregir el problema desde su raíz, sin necesidad de medicamentos crónicos, hospitalizaciones recurrentes ni limitaciones en la vida diaria. En manos expertas, se convierte en una herramienta curativa que cambia por completo la historia clínica y emocional de los pacientes y sus familiares. Los resultados obtenidos en CEDIMAT son alentadores y comparables con los mejores del mundo. Éxito clínico agudo, en el 89 % de los casos, la arritmia fue eliminada en el primer intento, sin necesidad de procedimientos adicionales. Esto significa que casi 9 de cada 10 niños pudieron retomar su vida sin síntomas, sin fármacos y con un corazón en ritmo normal, asegura la médica.

La tasa de complicaciones fue menor al 1 %, lo cual evidencia que se trata de un procedimiento altamente seguro cuando se realiza en centros especializados y con protocolos adecuados, asegura la especialista. Sólo un 7 % de los pacientes presentó una recurrencia de la arritmia, siendo más frecuente en casos complejos como las vías accesorias próximas al sistema de conducción normal del corazón, o en pacientes con cardiopatías congénitas como la anomalía de Ebstein. En lo que se refiere a tecnología de punta, en aproximadamente un 30 % de los procedimientos utilizaron sistemas de mapeo tridimensional, que permiten reconstruir virtualmente las cavidades cardíacas y localizar con precisión milimétrica el foco de la arritmia. Reduce el uso de radiación y aumentando la eficacia del tratamiento.

El tipo de arritmia más común en los casos tratados fue el síndrome de Wolff-Parkinson-White (WPW), una condición caracterizada por la presencia de vías eléctricas adicionales en el corazón, que pueden provocar taquicardias súbitas. Estos casos, aunque potencialmente graves, suelen tener una excelente respuesta a la ablación, explica la profesional. Otros tipos de arritmia son, taquicardia intranodal, que ocurre dentro del nodo auriculoventricular, una estructura clave en la conducción eléctrica del corazón, expresa la médica.

También, taquicardia auricular, que se origina en los tejidos de las aurículas. Otro tipo es el flutter auricular y taquicardia ventricular, que aunque menos frecuentes en la población pediátrica, pueden requerir tratamiento invasivo cuando son sintomáticos o resistentes a medicación.

**Comparación**

Cuando se comparan resultados con los de centros internacionales, los cardiólogos sienten satisfacción. Un estudio europeo que analizó más de 600 pacientes pediátricos reportó una tasa de éxito del 95 % y complicaciones en apenas el 0.7 % de los casos. Las cifras están muy próximas a esos estándares, lo cual refleja no sólo la calidad técnica del equipo, sino también el compromiso institucional con la atención pediátrica especializada.

La ablación pediátrica no es solo una intervención médica, es un acto de esperanza, explica la doctora. “Cada vez que un niño sale de nuestra sala de procedimientos con su arritmia curada, sentimos que no solo le hemos devuelto la salud, sino también la tranquilidad a su familia”, expresa la profesional. Muchos de estos niños recuperan la capacidad de practicar deportes, asistir regularmente a la escuela y vivir sin miedo a episodios imprevistos.

Detrás de cada procedimiento hay un equipo multidisciplinario: cardiólogos pediátricos, electrofisiólogos, anestesiólogos pediatras, técnicos especializados y personal de enfermería, todos enfocados en un sólo objetivo: devolver el ritmo a esos pequeños corazones que un día comenzaron a latir diferente, expresa satisfecha. El crecimiento de la electrofisiología pediátrica en nuestro país y en la región abre una ventana de oportunidades. A medida que mejoran los diagnósticos, el acceso a tecnología avanzada y la formación de profesionales, más niños podrán beneficiarse de esta intervención curativa. Existe el compromiso de seguir siendo un referente regional en este campo. En ese sentido, continúan invirtiendo en tecnología, capacitación y seguimiento de nuestros pacientes para asegurar que cada niño con una arritmia tenga la oportunidad de sanar.

Porque en el corazón de un niño, cada latido vale oro. Y con cada ablación exitosa, confirma se pueden enfrentar retos.

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