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Valencia (EFE).- La “avalancha de bulos” durante la devastadora DANA del 29 de octubre empeoró la emergencia y minó la confianza institucional, según se desprende de un estudio sobre la desinformación en esa tragedia, elaborado por investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV) y la Universidad Internacional de Valencia (VIU).
El estudio revela que tres de cada cuatro bulos fueron contenidos falsos creados intencionadamente para engañar, que el 75 % se difundió por redes como X, Instagram o WhatsApp y que la mayoría de los contenidos tenían “una fuerte carga emocional, concebida para generar indignación, miedo o rechazo hacia las instituciones”.
Los investigadores han analizado la crisis informativa marcada por la proliferación de bulos, teorías conspirativas y noticias falsas durante las semanas posteriores a la DANA que azotó la provincia de Valencia, una desinformación que, aseguran, condicionó la percepción pública de la tragedia y dificultó la respuesta institucional.
La investigación fue desarrollada por el profesor Germán Llorca-Abad, profesor titular del departamento de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte de la UPV, en colaboración con el profesor Alberto E. López Carrión, de la VIU, y fue publicada recientemente en la Revista Mediterránea de Comunicación.
Los autores analizaron 185 noticias publicadas entre el 28 de octubre y el 17 de noviembre de 2024 en los diarios nacionales y locales con mayor audiencia, en las que identificaron 192 bulos que circularon durante el periodo crítico de la catástrofe, según informaron este jueves fuentes de la UPV.
Entre los más destacados, figura el bulo sobre el aparcamiento del centro comercial Bonaire, en Aldaia, donde se afirmaba falsamente que había cientos de cadáveres, una desinformación impulsada por influenciadores y personajes mediáticos que tuvo un gran eco en plataformas como Instagram o TikTok.
También proliferaron narrativas conspirativas que culpaban al Gobierno de destruir presas “construidas por el franquismo”, o que acusaban a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de ocultar información sobre las lluvias.
En algunos casos, estas falsedades partieron incluso de periodistas o colaboradores en programas de televisión. El análisis revela que el 28 % de los bulos se originó o difundió desde entornos periodísticos profesionales, lo que suscita serias dudas sobre los filtros editoriales en contextos de crisis.
A pesar de ello, los autores también destacan el papel de algunos medios que sí contribuyeron a desmentir falsedades, así como el trabajo de plataformas de verificación.
Uno de los aportes más innovadores del estudio es la aplicación del concepto ‘diagonalismo’, una estrategia comunicativa que, según los investigadores, fue especialmente visible en esta crisis y que combina discursos de extrema derecha con mensajes tradicionalmente vinculados a la izquierda, como la crítica al poder institucional o a las élites.
El objetivo de esta corriente es conectar con el malestar ciudadano desde múltiples ángulos ideológicos y aprovechar la incertidumbre para reforzar narrativas de desconfianza. En la DANA, se tradujo en ataques al Gobierno, a organismos científicos y a ONG como Cáritas o Cruz Roja.
“En situaciones de catástrofe, el descrédito de las instituciones es aprovechado para sembrar el caos informativo y movilizar políticamente a ciertos sectores”, explican los investigadores.
Además, los algoritmos de las redes sociales — que priorizan los contenidos más virales, no necesariamente los más veraces — amplificaron estos mensajes y favorecieron su rápida expansión. “Las emociones extremas, como la indignación o el miedo, son las que más interacción generan. Y los bulos apelan precisamente a esas emociones”, concluyen los autores.
El estudio concluye que es urgente reforzar la alfabetización mediática de la ciudadanía, mejorar los mecanismos institucionales de respuesta informativa y exigir mayor transparencia y responsabilidad a las plataformas digitales.
Consideran que, aunque el Gobierno activó perfiles oficiales en redes sociales para combatir la desinformación, estos esfuerzos llegaron tarde y tuvieron un alcance limitado, por lo que recomiendan protocolos ágiles de comunicación en emergencias y alianzas más efectivas entre instituciones públicas, medios de comunicación y organismos de verificación.
“Combatir los bulos no es solo una cuestión de verdad, es también una cuestión de salud pública y cohesión social”, sostienen López-Carrión y Llorca-Abad, que advierten: “Si no se actúa con decisión, la próxima emergencia no solo será climática, sino también informativa”. EFE
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