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Más del 60% de los estudiantes reportan síntomas de ansiedad, fatiga ocular y problemas para dormir. Crisis. Se necesita rediseño pedagógico.
SANTO DOMINGO.- Lo que inició como una solución requerida para asegurar el acceso a la educación, ahora presenta consecuencias alarmantes, ya que el aprendizaje virtual ha dejado una marca emocional profunda, una generación de estudiantes sobreexpuesta, desconectada y agotada.
Así lo señala el estudio “Cuando la pantalla genera estrés: combatiendo la ansiedad en la educación
online”, de Selene Castañeda y Omar Guirette, expertos de BIU University Miami (Broward International University), que examina el impacto psicológico y académico del uso excesivo de pantallas en entornos educativos.
Más del 60 por ciento de los estudiantes informa síntomas como ansiedad, fatiga visual, trastornos del sueño y sensación de sobrecarga. “Lo digital no es neutral. Modela nuestras emociones, relaciones y formas de aprender”, aseguran los autores.
Uno de los cambios más significativos ha sido la ruptura del vínculo humano en las aulas. Las interacciones entre estudiantes y profesores se han vuelto más mecánicas, y la pérdida de contacto espontáneo ha debilitado el sentido de comunidad universitaria.
En este contexto, la motivación disminuye, el aprendizaje se fragmenta y la soledad se vuelve común.
Según estimaciones internas de BIU, el rendimiento académico promedio disminuyó entre un 10 y un 20 por ciento durante los periodos de virtualidad.
El estudio de BIU concluye que el problema no es la tecnología en sí, sino la manera en que se ha implementado sin rediseñar los tiempos, las relaciones ni los espacios de descanso.
Procrastinación
— 1 — Engaño
Resalta que estar conectado no significa estar concentrado.
— 2 — La exposición
La constante exposición a estímulos digitales como notificaciones y redes sociales ha generado “procrastinación tecnológica”.
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