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La abundancia y la prosperidad no solo se miden en términos monetarios. Se muestran en salud, amor, proyectos y bienestar. Pero a menudo no conseguimos conectarnos con ellas porque nuestra energía está bloqueada en un sitio específico: el bajo vientre en mujeres y el hara en hombres.
En las mujeres, el vientre es más que un órgano físico. El útero es un espacio creador, donde se gesta la vida, pero también ideas, sueños y proyectos. Cuando allí se acumulan culpas, miedos o experiencias sin resolver, la energía se estanca. Entonces la creatividad mengua, los proyectos se paralizan y la sensación de abundancia parece esfumarse.
En los hombres, ese mismo centro energético existe aunque no tengan útero. En las tradiciones orientales se le llama hara, un punto bajo el ombligo que guarda la fuerza vital, la motivación y la capacidad de materializar. Cuando este centro se bloquea, surgen cansancio, desmotivación y problemas económicos o emocionales.
En ambos, este espacio es un motor silencioso de prosperidad. Si la energía fluye, la vida responde con oportunidades; si se bloquea, sentimos vacío y frustración.
Hay prácticas sencillas para devolverle fuerza a este centro vital:
Respiración consciente: coloca tus manos bajo el ombligo, inhala profundo imaginando una luz cálida y exhala liberando tensiones.
Masaje energético: con aceite de oliva, coco o almendras, haz movimientos circulares en el abdomen.
Movimiento corporal: danza libre, estiramientos de cadera o caminatas conscientes.
Afirmaciones: Mujeres: “Aquí resido la fuerza de la vida, permito que la abundancia fluya en mí.” Hombres: “Reconozco mi poder y confío en mi capacidad de crear prosperidad.”
La abundancia no empieza fuera, sino en tu centro más profundo. Cuando nutres tu vientre o tu hara, liberas tu energía creadora y la vida comienza a fluir con mayor plenitud.
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