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La singular abstracción de Elsa Núñez

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Se debía a Elsa Núñez que el inmenso público de la Bienal pudiera expresar su fascinación ante esta singular abstracción.

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La Bienal no podía dedicarse a otra artista que no fuera Elsa Núñez. Solo ella sobresale como la gran maestra del arte dominicano, la única en plena actividad, dueña de su creación, intelectualmente inquieta, y privilegiada con un temperamento que la emoción anima e inspira. Tendremos la dicha de admirar una muestra sin igual y cumbre en una trayectoria de trabajo, experimentación y éxitos, que abarca más de seis décadas.En el transcurso de su dilatada carrera, siempre fiel pero enriquecida, ha enaltecido la pintura pura en el paisaje y la abstracción, llegando a coincidir ambos en sus efusiones cromáticas y matéricas.Para nosotros personalmente, esta exposición reviste una particular importancia, ya que, además de admirar siempre la producción artística de Elsa Núñez en su totalidad, nos compenetramos especialmente con su obra abstracta, que no deja de relacionarse a un paisajismo igualmente único.Creemos haber encabezado esa apreciación de excelencia desde nuestra monografía en 1988. Al fin se ha reconocido: hacerle un homenaje es rendirle justicia. Se debía a Elsa Núñez que el inmenso público de la Bienal pudiera expresar su fascinación ante esta singular abstracción. ¡No hay otro evento visitado por una multitud semejante!Puede leer: Miss Universe RD: psicólogo le responde a la ex ministra de la Mujer, Janet CamiloLa pintura abstracta requiere y reúne condiciones. Esencial es dominar el espacio, más que la forma -cuando hay obras abstractas informales-, “moverse” con seguridad dentro de límites o arriesgarse a un desequilibrio que llega a perturbar. Luego, la melodía o las “disonancias” del color se imponen, pigmento puro o intervenido, con o sin matices, sumando tonos, texturas y/o transparencias, determinados por la pincelada o el brochazo, los cuales también difunden la luz exterior e interior.Elsa maneja y controla todos estos elementos, espontáneamente sí, pero también por su maestría en la figuración con todas sus exigencias y variaciones temáticas, casi desde antes de egresar de Bellas Artes, sin que obviemos años de perfeccionamiento en España.Es que la abstracción no se improvisa: germina, incita, prosigue, persiste, sugiere, resulta culminación y decisión hasta impulsiva, sustituyendo lo real observable por lo real imaginario.Así, definiríamos la abstracción tan especial de Elsa Núñez.Magna creadora abstracta dominicana, es la única -por fin el femenino incluye el masculino- que manifiesta una deslumbrante combinación de ciencia, de emoción y sin embargo de referencias.Aquí, el expresionismo abstracto o la abstracción expresionista, siempre matizada de lirismo, no aparece de modo gratuito. Es una auténtica gestación que surge de un paisajismo insólito, óptico, ritmado, misterioso y místico a veces, tan apasionado como pensado.La paleta comunica a la composición equilibrio y armonía, aun cuando haya una explosión de color y de luz.Elsa Núñez ha logrado, en sus lienzos, una suerte de recuperación de la tierra y la naturaleza, previamente al surgimiento del hombre, tal vez millones de años antes, o sea el inicio y el desarrollo de la vida en el planeta. Nosotros definiríamos a Elsa como geóloga magistral en el arte dominicano.El virtuosismo multiplica una naturaleza imaginaria, ninguna “visión” repitiéndose. Nos pasea por los accidentes de la tierra que hasta abre sus entrañas, por las profundidades del agua donde mora otro universo, por una exuberancia de la naturaleza. Late la vida y vibra la emoción, valores que asociamos a una permanente profesión de fe.Aun cuando la gradación del amarillo al anaranjado se apodera gloriosamente del firmamento, más allá de una claridad astral, es una idiosincrasia religiosa de la luz que triunfa. El cuadro casi se transforma en una pintura sacra, prolongando la contemplación, luego invitando a la meditación o a la plegaria. Hemos de sobrepasar impresiones superficiales y descifrar esta visión metafísicamente, participando desde nuestra introspección con los valores emocionales de Elsa Núñez, que posee una intensa fe religiosa.Elsa Núñez mantiene finalmente algo muy difícil y excepcional: el equilibrio entre lo abstracto y lo figurativo, entre lo percibido y lo invisible. Propone finalmente una versión onírica muy personal que trasciende el trópico real hasta hacerlo abstracto. En otras palabras, ella pinta metáforas, reinventando el mundo gracias a una extrema sensibilidad que, no obstante, nunca descarta la perfección del oficio.La pintura de Elsa es la expresión de su íntima convicción, de sus ideales y de un “metier” siempre esmeradamente trabajado, con total entrega y sinceridad. Disfrutaremos intensamente la exposición de su singular obra abstracta.

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