Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Cádiz (1973) Redactor y editor con experiencia en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios y blogs en español.
Desde este verano he estado notando en Facebook, de forma repetitiva, gente solicitando ayuda para retocar fotos antiguas o colorear retratos de familiares difuntos. Algo muy personal, un gesto lleno de emoción y recuerdo. Pero tras un aluvión de publicaciones similares, puedo intuir que no hay una motivación emotiva o nostálgica. Ahora se ha convertido en una auténtica moda en redes sociales. Es un intento claro de generar interacción y volverse viral.
El truco es simple: alguien publica una imagen con una petición atractiva, y los usuarios responden editando o contestando. “Esta foto es la única que tengo de mi madre y la quiero en color”. “Mi papito (sic) falleció hace 5 años y lo extraño. Editores, ¿pueden mejorar esta foto?” En cuestión de minutos aparecen docenas de versiones, desde montajes graciosos hasta memes locos.
El efecto de pedir editar una foto en Facebook es un aumento exagerado de la visibilidad de la publicación. Es un círculo perfecto para alimentar el algoritmo y mantener el perfil en el centro de la conversación digital.
Ya no creo que detrás de estas publicaciones haya simples usuarios pidiendo un favor. Lo que veo son creadores de contenido buscando crecer rápido usando un recurso fácil. Con solo una foto logran disparar las métricas, atraer seguidores y mantener activa la comunidad.
Ese volumen de respuestas al editar fotos en Facebook tiene su recompensa. Una vez que la cuenta gana notoriedad, llega la posibilidad de monetizar con publicidad, colaboraciones o incluso productos digitales. En la práctica, las ediciones de fotos son hoy una estrategia de marketing viral disfrazada de petición inocente.
También entiendo que buena parte del atractivo está en el juego. Estas publicaciones se convierten en un reto colectivo donde los usuarios compiten por hacer el montaje más divertido. Esa dimensión lúdica alarga la vida útil de la publicación, que sigue circulando durante días gracias a nuevas versiones que mantienen la atención. Además, muchos de esos memes saltan a otras redes y le dan al perfil original aún más visibilidad. Algo como editar fotos en Facebook es la chispa para, por ejemplo, TikTok.
Aunque aún hay casos donde alguien pide restaurar una foto con un motivo real, cada vez me parece más evidente que la emoción es un pretexto. El recurso de la nostalgia funciona como un anzuelo que despierta empatía, pero rara vez hay una historia real detrás. Lo que importa es el impacto viral.
Lo que he visto este verano en Facebook es una demostración clara de cómo lo íntimo y lo personal se convierten en herramientas de alcance y monetización. Lo que parece un gesto sincero se ha convertido en una fórmula que aprovecha la creatividad de la gente para crecer rápidamente en internet.
Agregar Comentario