Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
En el ensayo general de la sinfónica, a la expectativa de un programa espléndido con el Concierto para violín y orquesta de Beethoven, el cuarteto caribeño de Molina, y la obertura “Romeo y Julieta” de Tchaikovsky, fui a oír a la Orquesta Sinfónica Nacional Dominicana.
Deseaba ver al maestro Molina dirigir y, no menos importante, admirar “el performance” de mi hija Johanna Molina con su viola. Inesperadamente, sonó el Himno Nacional Dominicano, partitura escrita por José Reyes en 1883, las gloriosas notas provocaron que las fibras emocionales de muchos se desbordaran en lágrimas.
En efecto, el himno nacional es parte de la identidad de una persona, especialmente en aquellos formados con dignidad y honor hacia su nación.
La identidad y el orgullo son sentimientos que robustecen la solidaridad entre quienes se identifican con un lugar al cual sienten pertenecer. Escuchar el himno nacional puede desbordar las emociones de los ciudadanos de un país.
La añoranza y nostalgia que surgen al escuchar las notas del himno pueden generar recuerdos profundos, especialmente en personas que han tenido que emigrar, en la diáspora, en otras latitudes.
Sin temor a errar, muy pocos momentos impactan tan profundamente el sentir de una persona como escuchar el himno nacional de su país.
Las reacciones emocionales que afloran con el himno van a depender de las asociaciones individuales que tenga la persona, y el vínculo que sienta hacia su país. Normalmente, al escucharlo las personas suelen sentir escalofríos, lágrimas contenidas o un impulso de erguirse con mayor dignidad.
Muchos muestran su devoción colocando la mano derecha en el corazón, simbolizando que se lleva muy adentro. No obstante, la educación y el condicionamiento con que las personas son formadas pueden modificar las reacciones ante estos símbolos patrios.
Las vivencias personales asociadas al himno también pueden acentuar sus efectos y desencadenar una serie de emociones más complejas almacenadas en el subconsciente. Por ejemplo, un militar que haya defendido su patria en tierras extranjeras podría reaccionar intensamente al escucharlo. Pocas manifestaciones culturales despiertan una emoción tan profunda y genuina como el himno nacional.
Las respuestas emocionales intensas pueden manifestarse en diferentes escenarios, como un evento deportivo, en una celebración patria o frente a un momento de recogimiento colectivo.
Los primeros acordes y versos del himno movilizan sentimientos que sobrepasan lo individual, sumiendo a quienes lo escuchan en una atmósfera cargada de orgullo, identidad y pertenencia.
Cuando se escucha el himno, los medios de comunicación, la comunidad misma a través de la práctica van reforzando el orgullo nacional.
El Himno Nacional Dominicano, cuyas letras fueron escritas por Emilio Prud’Homme, desbordó su pericia poética creando una obra vibrante y poética, con una estructura perfecta, solemne, llena de historia y valores.
Cuando se entona genera un vínculo invisible que conecta a personas de distintas religiones, partidos, generaciones y regiones, recordando lo que las une, y las experiencias compartidas demostrando el poder simbólico del himno: reafirmar la identidad colectiva y reafirmar el lazo afectivo por el lugar donde nacemos u otros lugares con los cuales nos identificamos. Dios, Patria y Libertad.
Agregar Comentario