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Los huracanes son eventos climáticos poderosos que toman energía de las cálidas aguas tropicales para sostener su fuerza. Estas tormentas intensas nacen en el mar, a menudo iniciando como una onda tropical, un área de baja presión que viaja por los trópicos húmedos, lo que puede aumentar la intensidad de las lluvias y las tormentas eléctricas.
La National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), organismo que monitorea el clima en EE.UU., ha identificado ciertas señales para reconocer el desarrollo de una tormenta tropical en un huracán.
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¿Cómo se genera un huracán?
A medida que este sistema climático se mueve hacia el oeste a través de los trópicos, el aire cálido del océano asciende hacia la tormenta, creando una zona de baja presión debajo. Esto provoca la entrada de más aire. El aire sube y se enfría, formando nubes y tormentas eléctricas. En lo alto, en las nubes, el agua se condensa y forma gotas, liberando aún más calor para alimentar la tormenta.
Cuando la velocidad del viento en una tormenta de este tipo alcanza los 119 km/h, se clasifica como huracán. Los términos “huracán” y “ciclón tropical” se refieren a la misma clase de tormenta: un sistema giratorio y organizado de nubes y tormentas eléctricas que se forma sobre aguas tropicales o subtropicales y muestra una circulación cerrada en niveles bajos.
Durante un solo huracán, los vientos fuertes pueden generar aproximadamente la mitad de la energía de la producción eléctrica global, mientras que la formación de nubes y lluvia a partir de la misma tormenta puede liberar una cantidad asombrosa, 400 veces mayor.
La “receta” para un huracán
Para que se forme un huracán se necesitan varios elementos, abundantes en las regiones tropicales:
* Una alteración meteorológica inicial: Un huracán usualmente comienza como una onda tropical.
* Agua cálida: Agua a una temperatura de al menos 26,5 grados Celsius a una profundidad de 50 metros es crucial para impulsar la tormenta.
* Actividad de tormentas eléctricas: Las tormentas eléctricas transforman el calor del océano en combustible para los huracanes.
* Baja cizalladura del viento: Una gran variación en la velocidad y dirección del viento en la tormenta o cerca de ella puede debilitarla.
Si estos elementos se combinan, es posible que se produzca un huracán. Incluso cuando se combinan todos estos elementos, no siempre se desarrolla un huracán.
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