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Durante años, considerado uno de los líderes criminales más despiadados y poderosos de Haití, Jimmy Chérizier, conocido como “Barbecue”, se encuentra ahora en la mira de la justicia estadounidense.
Este martes, el Departamento de Justicia acusó formalmente a “Barbecue” y al ciudadano estadounidense Bazile Richardson, de solicitar fondos entre la colonia haitiana en Estados Unidos para financiar las armas y actividades de bandas criminales en su país, violando así las sanciones impuestas por Washington.
Estados Unidos ofrece ahora US$5 millones por información que lleve a la captura de “Barbacoa”.
Chérizier es considerado el cabecilla del grupo Viv Ansanm (Vivir Juntos), al que se le atribuye ser responsable de numerosos asesinatos, secuestros y atentados contra infraestructuras en Haití.
Él y su banda controlan gran parte de la capital haitiana, Puerto Príncipe, y se les considera en gran medida responsables del caos y la violencia que han sumido al país durante años.
Pero, ¿quién es “Barbacoa” y por qué Estados Unidos quiere arrestarlo?
“Hay una buena razón por la que se ofrece una recompensa de US$5 millones por información que conduzca a la detención de Chérizier”, dijo la fiscal estadounidense Jeanine Pirro en una conferencia de prensa el martes.
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“Es un líder criminal responsable de atroces abusos contra los derechos humanos, incluida la violencia contra ciudadanos estadounidenses en Haití”, añadió Pirro.
Los fiscales sospechan que Chérizier jugó un papel clave en la masacre de La Saline, un barrio de Puerto Príncipe, donde decenas de personas murieron en un ataque coordinado entre la policía y grupos criminales contra la población local, con el objetivo, según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, de “reprimir la disidencia política”.
Hubo al menos 71 muertos y 7 violaciones.
Chérizier siempre ha negado todas las acusaciones.
“No soy un gángster, nunca lo seré”, dijo a la cadena Al Jazeera en una entrevista en 2021. “Es el sistema contra el que estoy luchando. Ese sistema tiene mucho dinero y controla los medios. Ahora me hacen parecer un gángster”, agregó.
Desde entonces, según la acusación, no ha cesado en sus actividades ilegales, con la ayuda de su presunto cómplice Richardson, haitiano nacionalizado estadounidense que residía en Carolina del Norte hasta ser capturado por las autoridades.
Se le acusa de financiar la empresa criminal de Cherizier y de recaudar fondos para tal fin entre los haitianos en Estados Unidos.
Chérizier, un expolicía convertido en jefe criminal, se ha consolidado como una de las principales figuras en la ola de violencia pandillera que ha sacudido a Haití en los últimos años.
Según Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, es responsable de graves violaciones de los derechos humanos en Haití. Por esa razón, Washington y la ONU le impusieron sanciones.
Desde el asesinato en 2021 del entonces presidente de Haití, Jovenel Moïse, que sumió al país en una crisis institucional aún abierta, el poder y la influencia de Cherizier han seguido creciendo.
Chérizier pasó a tener un papel más prominente al promover una revolución contra la élite política “corrupta” del país.
Y una de sus herramientas favoritas han sido las redes sociales, que ha utilizado para difundir su mensaje y reclutar seguidores para su organización armada.
Una pregunta común sobre Chérizier es el origen de su apodo.
Él ha dicho en entrevistas que se debe a que su madre vendía pollo en las calles.
Pero, según algunos testigos de la violencia haitiana, se debe a que acostumbra a quemar las casas y los cadáveres de sus víctimas.
Aunque comenzó como agente de la policía, Chérizier se convirtió en el líder de la llamada G-9 y Familia, una alianza de algunas de las bandas más peligrosas en uno de los países más violentos del mundo.
La expansión del pacto con bandas rivales llevó a la formación de la más amplia Viv Ansanm, a cuyo frente se ha mantenido Chérizier.
Junto a otras poderosas organizaciones criminales, -entre ellas la 400 Mawozo, la banda a la que se atribuyó el secuestro de un grupo de 17 misioneros estadounidenses y canadienses en 2021-, la G9 y Familia contribuyeron al caos haitiano con Chérizier a la cabeza.
Nacido en Puerto Príncipe hace 48 años, ni las sanciones que Estados Unidos le ha impuesto ni ninguna autoridad de su país han logrado controlarlo.
Pero la carrera criminal de Chérizier comenzó cuando era policía y se vio involucrado en la muerte de nueve civiles, que ocurrieron en el marco de lo que se presentó como una operación oficial contra las mafias en Grand Ravine, un barrio de Puerto Príncipe, en noviembre de 2017.
A partir de ese momento también comenzó su relación con las pandillas que operan en el país. Primero con la Delmas 6, donde se convirtió en uno de sus principales portavoces.
De acuerdo a informes locales e internacionales, Chérizier logró obtener el poder de esa pandilla gracias a favores de la policía y del gobierno de Moïse.
Y como policía cometió supuestamente algunas de las atrocidades por las que luego fue sancionado en instancias internacionales.
Durante 2018 y 2019, Chérizier estuvo presuntamente implicado en otros ataques brutales en otros lugares de Puerto Príncipe.
“Las bandas criminales están mejor equipadas que la policía y cuentan con la protección de las autoridades”, le dijo a BBC Mundo Pierre Esperance, director de la ONG haitiana Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos, en una entrevista de 2021, explicando el contexto de impunidad en el que opera Chérizier.
Con ese poderío, Chérizier inició una cruenta batalla por el control territorial de Puerto Príncipe, donde se cometieron una serie de masacres que sembraron el terror no solo en la capital, sino en todo el país.
De acuerdo a la Red para la Protección de Derechos Humanos en Haití, las acciones de Chérizier y su grupo armado no solo incluían las ejecuciones de personas, sino la quema de las viviendas de quienes eran objeto de los ataques.
Hacia junio de 2020, y aprovechando el caos reinante, Chérizier promovió la unión de nueve pandillas en la agrupación que finalmente bautizó como G-9 y Familia. El anuncio lo hizo a través de su canal de YouTube.
Pero el asesinato del presidente en 2021 fue un punto de inflexión para su organización, según analistas internacionales, ya que lo llevó a perder la protección del gobierno.
Según el portal InSight Crime, antes del asesinato de Moïse, el 50% de la financiación de la G-9 provenía de dinero del gobierno, con un 30% procedente de secuestros y el 20% restante recaudado a través de extorsiones.
Sin embargo, después del asesinato, la financiación gubernamental cayó un 30%.
Eso supuestamente motivó a Barbacoa a impulsar su lucha contra las personas que habían heredado el control político del país.
En octubre de 2021, al primer ministro, Ariel Henry, que se mantuvo en el cargo tras el asesinato de Moïse, se le impidió depositar una corona de flores en un monumento, debido a que miembros fuertemente armados de la banda de Chérizier aparecieron repentinamente y dispararon al aire.
Vestido con un impecable traje blanco y flanqueado por sus hombres, el jefe de la pandilla procedió a depositar una corona de flores en el monumento, en una extraordinaria demostración de fuerza.
Chérizier también está acusado de liderar acciones de sabotaje contra el suministro de combustible en el país, y sus hombres bloquearon varios cargamentos de gasolina como medida de presión contra el gobierno de Henry.
La escasez de gasolina agravó la situación humanitaria en Haití.
Su banda G-9 también ha estado librando una guerra sangrienta con G-Pèp, una banda rival que, según informes, está vinculada a los partidos que se oponían al presidente asesinado Moïse.
Los tiroteos y las batallas por el territorio entre los dos grupos son comunes y se han extendido desde los barrios más pobres hasta el centro de Puerto Príncipe.
Todo esto bajo la expansión de sus estrategias en las redes sociales, para no solo comunicar sus objetivos, sino también para atraer más seguidores a sus filas.
Lo que se ha visto en las calles de Puerto Príncipe también se ha trasladado al campo de las redes sociales, donde Chérizier ha consolidado una fuerte influencia.
“Los bandidos nunca serían tan poderosos como lo son en Haití sin las redes sociales. Siempre hemos tenido criminales, pero sin esas plataformas no serían tan famosos”, le dijo Yvens Rumbold, del centro de estudios Policité, al diario The Washington Post.
Esta premisa ha sido aprovechada por Chérizier para implementar su plan. No solo utilizó su cuenta en la plataforma de videos YouTube para comunicar la creación de la G-9, sino también para pedir que la policía arrestara al entonces primer ministro de Haití, Ariel Henry.
Pero esa no es su única red. En X (antes Twitter) también ha hecho llamados enérgicos para tomar el país y destituir a la actual clase dirigente.
Las redes incluso han servido para difundir imágenes de cuerpos tras las ejecuciones a través de WhatsApp, o para solicitar apoyo a la causa mediante mensajes virales en Instagram o TikTok.
De hecho, fue Chérizier quien habló sobre la importancia de las redes sociales en una entrevista en su canal de YouTube.
“Agradezco a quienes crean estas tecnologías. La tecnología hoy nos da la oportunidad de acercarnos y presentarnos al público. No estoy vendiendo mentiras”, dijo ante la pregunta de un seguidor.
“Soy quien digo ser. No hago el 99 por ciento de lo que dijeron que hice… Las tecnologías me dieron la oportu
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