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Resistir.

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Se cree que resistir se basa principalmente en la voluntad, la convicción de nuestra postura, los argumentos sólidos que apuntalan nuestra posición, por la cual luchamos y defendemos como un hijo.

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Se cree que resistir se basa principalmente en la voluntad, la convicción de nuestra postura, los argumentos sólidos que apuntalan nuestra posición, por la cual luchamos y defendemos como un hijo. Sin embargo, lo físico es igual de crucial, o más, porque si no estamos en condiciones físicas de defender nuestros argumentos, de poco sirve lo demás.

Agótales, destruye físicamente y tendrás mejores resultados al negociar. Si no desean negociar, peor para ellos: sigue desgastándolos hasta que no tengan más opción que negociar, y al iniciar las negociaciones, estarán más vulnerables o manejables “pacíficamente”.

Esta parece ser la postura de quienes luchan “a capa y espada” por la Zona Colonial, que resiste como un verdadero cadáver colonial, no solo los inevitables embates del tiempo, sino los de las grúas, los aparatos y la maquinaria pesada que lo tienen todo levantado. Toda la Zona Colonial parece llevar un chaleco naranja, de los que usan los obreros en construcción, con una leyenda que diría PELIGRO, ZONA COLONIAL EN PLEITO.

En medio están los dueños de locales comerciales, los de propiedades, los residentes y los ciudadanos que vamos a esa zona por recreación.

Es una verdadera batalla, ya que ninguna parte cede y el capital tiene mucha paciencia para aguantar, pero los ciudadanos que amamos esa zona histórica de la ciudad, sus bares y parques, sufrimos para llegar una noche a tomar una cerveza, escuchar música y compartir con amigos. Parece que el gobierno no se preocupa, o le da igual lo que sucede entre las partes, y menos los ciudadanos. Yo adoro la zona y, en cuanto puedo, digo orgulloso:

-Nací en Salomé Ureña 2 -y mi mamá me corrige al instante:

-No, hijo, fue en Gómez Patiño, pero es verdad que vivíamos allí.

Digo esto porque hace poco estuve allí con amigos que filmaban escenas para una película, y al terminar decidimos reunirnos en un colmado de la calle Las Mercedes. Aunque había una banda y gente bailando en las destrozadas calles, parecía un concierto posguerra en el campo de batalla.

Uno se pregunta, ¿El gobierno no puede mediar o simplemente no le interesa que se restablezca la vida normal en la Zona Colonial?

Recuerdo que un bar al que iba se llamaba “La Resistencia”, y no hizo honor a su nombre.

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