Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Hay lecciones que no se encuentran en los libros, ni se aprenden en posgrados. Surgen en un momento inesperado, a veces en una comida familiar o en un café improvisado con alguien que ha vivido más.
Esta vez, vinieron de mi tío, un baby boomer que en el Día del Padre no solo recibió abrazos, también sembró reflexiones. Hoy, quiero compartirlas contigo, sin tapujos, porque hay consejos que valen más que un “trending topic”.
1. **No esperes la aprobación de los tuyos para empezar.**
A veces, la familia -esas personas que deberían impulsarnos- son las primeras en etiquetarnos, limitarnos, encasillarnos como “la oveja negra”. Y en lugar de ser una desventaja, eso puede ser la señal perfecta de que vas por el camino que rompe esquemas. No te estanques esperando validación. Lánzate. Las etiquetas duelen, pero también empujan.
2. **Valora a quienes creen en ti, aunque no compartan tu apellido.**
En el camino aparecerán personas que te darán una oportunidad sin deberte nada. No las ignores. A veces, los verdaderos impulsores de tu carrera no están en tu árbol genealógico, tal vez están en un aula, una reunión o una entrevista. Cuando alguien cree en ti, retribúyeselo con resultados, no con excusas.
3. **No lo pienses tanto. ¡Hazlo!**
La parálisis por análisis mata más sueños que el fracaso. Las oportunidades no siempre se repiten. No todo va a estar alineado, perfecto y a tu medida. A veces toca lanzarse sin red, con miedo y todo. Porque si esperas el momento ideal, ese proyecto quedará en “algún día”, que es la forma más bonita de decir “nunca”.
4. **Potencia lo que mejor sabes hacer.**
Sí, todos somos buenos en algo. Pero no todo lo que hacemos bien nos lleva lejos. Aprende a identificar cuál de tus habilidades tiene más proyección, más poder de conexión, más impacto. Esa es la que debes trabajar, afilar, y convertir en tu carta de presentación.
5. **Cuando la vida te ponga entre lo malo y lo peor, elige lo menos malo.**
No siempre vamos a tener opciones ideales. En lo personal, en lo profesional, en lo empresarial… muchas veces toca escoger entre lo incómodo y lo injusto. No idealices. Aprende a leer el contexto y a elegir la opción menos tóxica, menos limitante, menos destructiva. No es resignación: es estrategia.
6. **Lo que das, regresa. Siempre.**
Tu lado humano es tu mejor inversión. No hay currículum que supere la coherencia entre lo que eres, lo que haces y cómo tratas a los demás. La vida tiene una manera muy precisa de devolverte todo lo que das, tarde o temprano. Así que, aunque te digan que eso no da dinero, sigue siendo buena persona. Eso te abrirá puertas donde ni sabías que había ventanas.
7. **No vivas solo para tener: invierte también en vivir.**
Sí, es importante pensar en el futuro. Tener propiedades, negocios, proyectos… pero no te obsesiones con acumular. Hay quienes tienen tanto invertido, que no tienen liquidez ni para disfrutar de una cena sin remordimientos. ¿De qué sirve construir si no puedes detenerte a respirar?
Mi tío me lo dijo sin rodeos: “Para vivir de verdad, no se necesita tanto dinero.” Viaja, cómprate ese gusto, invierte en ti, en crecer, en vivir. No todo en la vida es retorno de inversión y rentabilidad. A veces, lo mejor que puedes hacer por ti es vivir con menos cálculo y más corazón.
En fin, si estás leyendo esto esperando un consejo de autoayuda, probablemente no lo sea. Pero si estás buscando una sacudida honesta, aquí la tienes. Porque crecer no es solo sumar años, es también aprender a jugar con las cartas que te tocan… y aun así apostar por ti.
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