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Sobrino del dictador: solo cinco se apropiaron de la fortuna de Trujillo

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Trujillo) y el de sus dos hermanos.

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Así lo declaró Héctor B. Trujillo en una charla con el periodista y director del periódico Listín Diario, Miguel Franjul, donde relató los momentos que compartió con el dictador, quien lo acogió tras el fallecimiento de su padre, Aníbal Julio Trujillo Molina.

Rafael Leónidas Trujillo Molina acumuló una gran fortuna durante su régimen en la República Dominicana, y con el paso de los años se ha dicho que tras la muerte del tirano, todos sus familiares abandonaron el país con grandes sumas de dinero.

Sin embargo, Héctor B. Trujillo, quien fue descrito por muchos como el sobrino predilecto del caudillo, comparte una versión muy diferente, y afirma que solo cinco personas salieron del territorio nacional con el dinero de Trujillo Molina hacia el extranjero: María Martínez, viuda de Trujillo, sus hijos, Ramfys, Radhames, Angelita, y Héctor Bienvenido Trujillo Molina, alias “Negro”.

Así lo declaró B. Trujillo durante una conversación con el periodista y director del periódico Listín Diario, Miguel Franjul, donde relató los momentos que vivió con el dictador, quien lo acogió tras la muerte de su padre, Aníbal Julio Trujillo Molina.

Héctor B Trujillo hizo referencia a un documento de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) con fecha del 21 de septiembre de 1961, el cual indicaba que María de los Ángeles del Sagrado Corazón de Jesús Trujillo Martínez, en el yate que llevaba su nombre “Angelita” salía del país con destino a París, llevándose consigo la suma de 46 millones de dólares.

“Yo creo que mi tío jamás pensó que con todos los sacrificios, y todo el trabajo que él hizo en este país podía suceder lo que sucedió”, resaltó.

Héctor aclara que solo después de la muerte de Trujillo sus hijos pudieron sacar dinero del país, ya que “él no permitía que nadie sacara ni un peso del país. Mi tío no aceptaba que nadie sacara dinero del país”.

En febrero de 1961, tres meses antes de su muerte, Leonidas Trujillo le ordenó a su secretario particular, Tirso Rivera que buscara ocho propiedades comerciales y las registrara a su nombre (Héctor B. Trujillo) y el de sus dos hermanos.

“Esas ocho propiedades generaban RD$4,500 al mes, dividido entre tres, nos correspondía 1,500 pesos a cada uno, a mis hermanos y a mí. Y las escrituras, al igual que la casa de nosotros decían: invendible, inhipotecable… nos las embargaron, nos la quitaron”, dijo Héctor Trujillo.

El panelista comenta que las órdenes que su tío Trujillo dio a Tirso Rivera era que en febrero de 1962, cuando Héctor cumpliera 16 años de edad, dividiera lo que se había recaudado entre él y sus hermanos, y comenzara a darles esa mensualidad.

No obstante, al ser asesinado Trujillo, en julio de 1961, Rivera contactó a la madre de Héctor, Lidia, y le contó que tenía guardados 28,000 pesos de las propiedades que Trujillo había puesto a nombre de sus hijos.

“Fue el único dinero con el que nosotros salimos de este país”, dijo Héctor, al precisar que solo se llevaron RD$28,000.

Expresó que al marcharse de República Dominicana, comenzó a trabajar a los 16 años, pero “no solo yo. De la familia Trujillo, fuera de Ramfis, Radhames, Angelita y doña María, el único Trujillo que sacó dinero de este país se llamó Héctor Bienvenido Trujillo Molina”.

Afirmó que José Arismendy (Petán), Pedro Vetilio (Pedrito), Romeo Amable (Pipí) y Nieves Luisa Trujillo se quedaron sin nada, y vivían de US$500 que su hermano y expresidente del país, Bienvenido Trujillo Molina les regalaba a cada uno.

“Negro Trujillo, si se enfermaban, él les pagaba médicos, medicinas y hospitalización hasta que murieron. Pero ese cuento de que la familia Trujillo se llevó dinero, solo esas cinco personas sacaron dinero de este país, nadie más, nadie más”, apuntó.

Agregó que todos los hermanos de Rafael Leónidas Trujillo, a excepción de Negro Trujillo, murieron en la pobreza y malviviendo.

Héctor fue muy cercano a Trujillo, a quien llamaba “tío-jefe”. Declara que el cariño que el dictador mostraba hacia él no era el mismo que con sus demás sobrinos; claramente había un favoritismo. Esto permitió que desde “chiquito solo tenía que abrir la boca” y le eran concedidas las cosas que pedía.

Héctor B. Trujillo, confesó, además, que era el único que no tenía miedo de decirle o pedirle algo al “jefe”.

Pasaba los domingos recorriendo las oficinas del Palacio Nacional, mientras esperaba que su tío se desocupara para luego ir juntos al hipódromo. Comentó que Trujillo le regaló seis caballos.

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