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ALASKA. — La Base Aérea Elmendorf-Richardson fue este viernes el escenario de un histórico y tenso encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder ruso, Vladimir Putin, quien volvió a territorio occidental por primera vez desde el inicio de la guerra en Ucrania. El saludo protocolario, con dos firmes apretones de manos y un recorrido conjunto en un coche oficial, dio inicio a una cumbre que podría redefinir el rumbo del conflicto y que es seguida con gran expectación por líderes de todo el planeta.
Putin llegó acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, y el asesor Yuri Ushakov. Sobre una alfombra roja desplegada en la pista, fue recibido por Trump, quien optó por ampliar la delegación inicial para añadir a su jefe de la diplomacia, Marco Rubio, y al enviado especial Steve Witkoff, según confirmó la Casa Blanca. El programa original contemplaba una conversación exclusiva entre ambos presidentes, asistidos únicamente por intérpretes, pero el cambio refleja la intención de darle un carácter más político y menos reservado a las discusiones.
Antes de aterrizar en Alaska, Trump declaró a los periodistas que mantiene un “respeto” mutuo con Putin y que existe “buena sintonía personal”. Sin embargo, advirtió que la reunión podría concluir rápidamente si el mandatario ruso no muestra voluntad de negociación. El presidente estadounidense, que ha responsabilizado a su predecesor Joe Biden de la guerra, describió el encuentro como una “reunión de tanteo” y estimó que existe un “25%” de posibilidades de que fracase. Putin, por el contrario, evitó pronunciarse sobre el posible desenlace, mientras que Lavrov, con una camiseta con las siglas “URSS” en cirílico, afirmó que Rusia “no hace conjeturas anticipadas”.
La elección de Alaska para la cumbre tiene un simbolismo especial. El territorio fue vendido por Rusia a Estados Unidos en el siglo XIX y, en múltiples ocasiones, el Kremlin ha aludido a ese episodio como ejemplo de acuerdos históricos. Además, la ubicación facilita la logística y evita riesgos legales, ya que Estados Unidos no reconoce la jurisdicción de la Corte Penal Internacional, que mantiene una orden de arresto contra Putin por presuntos crímenes de guerra.
Mientras tanto, Ucrania se mantiene firme en su postura. El presidente Volodimir Zelensky reiteró que no cederá territorio y solicitó a Estados Unidos que respalde esa posición. Desde Kiev, consideró la cumbre como una “victoria personal” para Putin, aunque advirtió que cualquier negociación sobre el futuro del país debe incluir a su Gobierno. Diversos líderes europeos han expresado preocupación por el encuentro, manteniendo su rechazo a cualquier acuerdo sin la participación directa de Ucrania.
En los márgenes de la cumbre, Trump también tuvo conversaciones con el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, uno de los aliados más cercanos de Putin y pieza clave en la ofensiva militar contra Ucrania. Tras la reunión, está previsto que la delegación estadounidense comparta un almuerzo con altos funcionarios y evalúe los resultados antes de emitir un comunicado oficial.
La expectativa es máxima. Con un conflicto que ha dejado decenas de miles de muertos y mantiene a una quinta parte de Ucrania bajo control ruso, el diálogo en Alaska podría ser un punto de inflexión… o un nuevo capítulo en una guerra que amenaza con prolongarse indefinidamente.
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