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La decepcionante participación dominicana en los recientes Juegos Panamericanos Junior, en Asunción, Paraguay, ha avivado la controversia en el ámbito deportivo nacional, donde nadie asume responsabilidades.
La realidad sobre las causas del mal desempeño, aunque se intente encubrir con diversas excusas, inevitablemente tendrá que ser revelada.
Es indudable que las discrepancias y las rivalidades internas que persisten en el movimiento olímpico son las que han provocado este escenario lamentable y deshonroso.
De esa actuación en los Panam Junior, grupos opositores al exministro de Deportes, Francisco Camacho, liderados entre otros por Colin Acosta, expresidente del COD, insisten en que la mayor culpa del “fracaso” debe ser atribuida al exfuncionario.
Esta situación, que se manifiesta a raíz de la pobre actuación en ese evento, forma parte de una batalla de intereses que desde hace tiempo afecta al deporte, desde sus niveles inferiores hasta la cúspide.
Es una pena que en este momento, cuando el país se prepara para organizar unos Juegos Centroamericanos y del Caribe en 2026, la alta dirigencia continúe con una agresiva campaña de descalificación de sus miembros, quienes deberían ser agentes de unión.
Toda esa beligerancia, sin duda, es resultado de una lucha despiadada por el control de más recursos para las organizaciones que dominan desde hace años.
Esperemos que reine la paz y la concordia en la dirigencia, ya que con el comportamiento actual, no se puede aspirar al desarrollo integral del deporte.
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