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La Temporada Sinfónica es el acontecimiento musical más importante y esperado en nuestro país, una celebración del espíritu que tiene la capacidad de despertar emociones. A través de los años las temporadas se han consolidado, brindando al público la oportunidad de disfrutar del arte de grandes figuras nacionales e internacionales y del nivel alcanzado por nuestra Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por el maestro José Antonio Molina.
Retomando una tradición de años anteriores, en el vestíbulo del teatro, la Orquesta Dominicana de Vientos, compuesta por jóvenes músicos, bajo la dirección del maestro José Andrés Vidal Hernández, daba la bienvenida al público que iba llegando y se reunía para disfrutar de hermosas piezas musicales, un bello momento, un preludio prometedor para una espléndida noche musical.
El público se traslada a la Sala Carlos Piantini, se escuchan los primeros aplausos a la entrada del maestro Molina, que levanta su batuta, se escuchan las notas gloriosas de nuestro Himno Nacional, dejando inaugurada la Temporada Sinfónica 2025.
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El programa dio inicio con el concierto para violín y orquesta en Re Mayor, Op. 61, de Luwig Van Beethoven, único concierto para violín del genio de Bonn- teniendo como solista a la gran violinista dominicana Aisha Syed.
El primer movimiento “Allegro ma non troppo” comienza con cuatro suaves golpes del timbal, motivo recurrente que preceden a la larga introducción orquestal, luego, el violín presenta los dos temas principales, los sonidos fluyen íntimos, poéticos.
En una larga reexposición se escuchan las cuatro notas iniciales del timbal. En una extensa cadenza, deslumbran el vibrante virtuosismo de la violinista, y las ornamentaciones de la orquesta, concluye el “Allegro”.
En el segundo movimiento “Larghetto”, las cuerdas en un pianísimo inician un tema melancólico de profunda musicalidad, la depurada técnica de la violinista transmite toda la belleza del tema y sus variaciones, a las que se unen el viento y el metal, produciendo un momento ensoñador. Las filigranas del violín en una serena Coda, cierra el “Larghetto”.
El tercer movimiento, “Rondo: Allegro”, es el momento más demandante y virtuosístico; inicia el violín en la cuerda grave con un tema vivaz, que la orquesta repite con brillantez hasta el epílogo final. Aisha Syed con destreza y habilidad extrae de su instrumento un sonido cálido y enérgico, con pasajes de dobles cuerdas claros, precisos, y cadencias cargadas de virtuosismo; su capacidad técnica logra asombrar, siendo capaz de transmitir emociones y conectar con el público.
El maestro Molina marcó el carácter y el tiempo preciso de cada movimiento, equilibrando el sonido del “tutti” orquestal, en los momentos en que la solista desarrolla sus pasajes de expansión.
El público emocionado, en un acto reflejo de puso de pie y aplaudió largamente a nuestra violinista, lo que la llevó a un “encore”, a un nuevo reto.
Tras la euforia de los aplausos, Aisha se calma, y concentrada interpreta la “Allemande” de la Partita No.2 de Johann Sebastian Bach, obra demandante por su complejidad polifónica y dificultad técnica, que la violinista con destreza y musicalidad asume y se decanta en la fraseología desafiante, logrando la belleza musical de esta exquisita obra. Aplausos, gracias Aisha, eres un orgullo para nuestro país.
Luego del intermedio la atmósfera cambia, los sonidos musicales se acercan a nuestra tierra caribeña, la orquesta interpreta el “Cuarteto Caribeño”, de José Antonio Molina; indudablemente debe ser una gran satisfacción dirigir una obra de su propia inspiración.
El primer movimiento “Saoco”, da sentido en la música a la palabra “sabor”, inspirado en el son cubano, destacan los instrumentos como el bongó, la tumbadora y el timbal, la orquesta responde con verdadero sabor.
El tercer movimiento “Danza Típica”, nos remite a una fiesta, a un ritual de nuestros campesinos; los aires del “Sarambo” y el “Chenche matriculao”, adquieren una gran belleza en la inspiración de Molina, y en la magnífica ejecución de la orquesta. El público de pie apoderado del ritmo aplaude…aplaude.
Un nuevo cambio, el aire solemne cual coral religioso inunda la atmósfera, es la introducción cargada de presagios, de la bellísima “Obertura Fantasía” de Romeo y Julieta, un verdadero descriptivo poema sinfónico.
El clarinete y el fagot exponen un motivo sombrío… es la presencia de Fray Lorenzo, amigo de los amantes de Verona. El “Allegro” con ritmos rápidos, cuerdas en “pizzicato” describe la lucha entre Montescos y Capuletos, Luego se escucha una hermosa melodía de amor -el amor frustrado de los amantes-.
El final trágico es apoteósico, crece la intensidad y sobre un batir de tambores, se escuchan reminiscencias del tema del amor, la muerte de los amantes, no apaga su amor eterno.
El maestro José Antonio Molina, con una imagen precisa de la partitura en su memoria, y una gestualidad elocuente, característica de forma de dirigir, consigue la respuesta de la orquesta, conciliando todas las partes en los disímiles momentos musicales, logrando la belleza del todo musical.
La Orquesta Sinfónica Nacional, vive un momento de esplendor, en una escala ascendente permanente. Magnífico inicio de la Temporada Sinfónica.
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