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A veces una historia lleva a otra. La de Yefri Brioso Delgado hoy se escribe gracias al testimonio que, sobre él, facilitó la modelo Criselys García cuando fue entrevistada por LISTÍN DIARIO. Hablar de las tribulaciones por las que ha pasado este muchacho de 19 años, desde el día que nació, la llevó al llanto.
Y cómo no llorar y querer escuchar de su propia voz todo lo que ha sufrido por haber nacido con una enfermedad congénita llamada extrofia vesical que, en palabras sencillas y dichas por él mismo, es tener el estómago descubierto cuando el feto se va formando.
Había que buscar la explicación científica para tratar con mayor respeto la condición. Acudir a Wikipedia era lo correcto. En un solo párrafo se explica lo que es. “La extrofia vesical es un trastorno complejo y poco común que se presenta en las primeras etapas del desarrollo fetal en el útero. Durante el desarrollo de la vejiga, la pared abdominal no se forma completamente, lo que deja los huesos púbicos separados y la vejiga expuesta a la piel externa a través de una abertura en la pared abdominal inferior”.
Conocido este concepto, era obvio entender que para lucir como hoy está, Yefri ha de haber pasado por un tortuoso proceso, no desde su nacimiento, sino desde antes de venir a este mundo. “Desde que nací, he pasado trabajo con eso, pero desde que me hicieron la última cirugía, cuando tenía 15 años, me siento bien”. Son 13 las operaciones que, desde su nacimiento le han hecho al protagonista de este relato.
Su calvario no ha sido fácil. Fue a los pocos días de su nacimiento que le hicieron la primera. Algo incómodo para un bebé y desgastante para una madre que, teniendo otros hijos, tuvo que dedicarse en cuerpo y alma a su cuidado.
No bien se recuperaba de una cirugía cuando ya tenía otra en carpeta. Las sondas que debía utilizar eran incómodas. El recuerdo de aquellos días se remonta a los años cuando ya tenía conciencia de lo que era el dolor, la incomodidad, el llanto, y por supuesto, la pobreza extrema que lo arropa a él y a su familia.
La enfermedad congénita con la que ha cargado el personaje principal de esta historia, no ha sido un impedimento para él avanzar conforme a su edad. Aunque con su limitación por la enfermedad, vivió su niñez sin lamentarse, sin victimizarse.
“Tuve una infancia normal junto a mis hermanos, mis amigos, y mis padres, pero sabiendo que tenía ese problema”. Nunca dejó de estudiar. “Cuando me iban a operar, mi mamá hablaba con los profesores y ellos entendían”. Se ponía al día porque en los estudios es que siempre ha visualizado su progreso.
A pesar de vivir en la extrema pobreza, nunca ha pasado hambre, aunque sí, necesidades. De hecho, para estudiar, aun viviendo con su condición de salud, caminaba 10 kilómetros diarios para ir a la escuela primaria.
“Eran cinco para ir y cinco para volver. Me quedaba bien lejos”. No había de otra, tenía una beca de los americanos en un centro de enseñanza llamado Profesor José Altagracia Ferreras.
Ahora la escuela le queda, prácticamente al lado de su humilde vivienda, pero las calamidades continúan haciéndole malas pasadas en esta era de la tecnología. “Yo no tengo computadora para las tareas, pero busco la forma. En el celular trato de hacer todo lo que pueda”. Para ello usa internet prestado porque no cuenta con los recursos para disponer de este servicio en su casa ni en el teléfono que un buen samaritano le regaló.
El caso de Yefri es digno de admirar. No solo ha pasado las de Caín con su condición de salud y su pobreza, sino que no compromete su dignidad. “Yo soy pobre, pero lo único que quiero es, cuando termine el bachillerato, encontrar un trabajo que me permita pagar mi universidad, cubrir mis gastos y ayudar a mi familia”. Sus padres y sus hermanos son su prioridad. Quiere dotarlos de las comodidades que se merecen y que ahora están lejos de tener.
La apariencia física de Yefri Brioso no delata que ha sido un guerrero en todos los planos de su vida. Como un “jevito” llegó a la Redacción de LISTÍN DIARIO con su camisa azul marino acomodada con una parte dentro del pantalón y la otra fuera. Está muy a la moda. Su carita de muchacho bien portado no le quita brillo a ese “pícaro soñador” al que las cicatrices en su estómago no le afectan su autoestima.
“Se te ve muy fresco, muy bien puesto y coqueto. No hay quien diga que has pasado por tantas”. Se le dijo, para de inmediato preguntarle: ¿Tienes novia? “No se puede estar solo”. Su respuesta dejó atónita a quien le acompañaba, Griselys García, quien ante la sorpresa de lo que manifestó, abrió sus grandes ojos. Éstos hablaron por ella.
Es normal sorprenderse porque son muchas las marcas con las que carga Yefri y, tal vez otra persona en su lugar estaría bajo perfil en asuntos de amor, sobre todo. “Es muy positivo que te enamores y que las cicatrices no sean un impedimento para que vivas tu vida plenamente”, se le comentó.
“Así lo he hecho porque nunca he dejado de hacer todo lo que va con mi edad. He sido responsable con mis estudios, sin importar todo que tenía que caminar, siempre pasaba todas mis materias, y ahora en el bachillerato por igual”. En carpeta tiene planes que dan continuidad al ritmo que lleva hacia la superación.
De hecho, en lo que llega el momento de estudiar Agronomía en la universidad, específicamente, en la UASD, aquí en la capital, Yefri ha ido capacitándose. “Yo hice un curso para aprender a alfabetizar y también otro de Informática, porque quiero ir aprendiendo algo para poder trabajar cuando llegue el momento”. Aunque se prepara para tales fines, admite que trabajaría en cualquier cosa.
Como estudió becado por los americanos, como él dice, había que preguntarle si sabe inglés. “Un poco, sí”. Sonríe y deja que la timidez se ocupe de decir el resto.
El agradecimiento del protagonista de la historia de hoy es tal que, entre sus planes a futuro, tiene como prioridad, además de ayudar a su familia, extenderle una mano a los jóvenes y a quienes le necesiten. “Porque si a mí me ayudaron, por qué no hacer yo lo mismo con otros”. Un gesto de determinación inmortalizó su expresión.
También le agradece al doctor Ovalle, quien ha sido el médico por excelencia que lo ha llevado hasta donde está hoy en asuntos de salud. “A mis padres, a mi familia y a ella que se interesó en ayudarme”. Se refiere a la modelo Criselys García, quien dentro de la labor altruista que realiza, le ha dado la mano al joven que hoy cuenta su historia.
Quiere ser un profesional competente, entregarse a la Agronomía para, a través de esta carrera, también ayudar a la sociedad. “Aunque hay muchas otras carreras que me gustan”. Con eso queda claro que podría seguir estudiando una vez concluya su primera profesión y, por supuesto, luego de cumplir el cometido de hacerle una casa a sus padres y hermanos.
Entre los tantos anhelos que tiene, Yefri también desea convertirse en un ejemplo para los jóvenes. “Que sepan y vean que no importan los obstáculos, que se puede llegar a la meta, que se puede triunfar y, sobre todo, que se puede aportar al país”. Es de poco hablar, pero su mensaje es profundo y valioso.
A un joven que ha superado tantas pruebas en su corta vida, es bueno preguntarle sobre lo que le conmueve. Lejos de lo que cualquiera creería, su respuesta fue: “Me pone triste y me hace llorar pensar en el momento en que ya mis padres no estén. No puedo pensar en perderlos”. No hay duda de que son su debilidad.
Le sobran razones. Freddy, su papá, se ha roto el lomo para mantener solo a su familia siendo agricultor. Lucía, su mamá, no solo se entregó a cuidarlo a él por su delicada situación, sino que ahora se dedica a atender a su hijo menor, quien padece de epilepsia.
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