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Washington. — Las amenazas que nos persiguen se vuelven más virulentas: los conflictos se multiplican, el cambio climático se intensifica, la impunidad se extiende, la deuda asfixia y la desigualdad crece y se perpetúa. La única salida viable es el diálogo, el multilateralismo y la diplomacia, según el titular de la ONU en esta entrevista.
En vísperas de la apertura del Debate General de la 80ª Asamblea General de la ONU, el Secretario General presentó un panorama sombrío del estado del planeta, pero trazó una ruta clara: reforzar el multilateralismo.
“Enfrentamos una crisis global”, declaró António Guterres en una entrevista con Noticias ONU, enfatizando que la profunda fractura geopolítica actual dificulta la resolución eficaz de los conflictos que se disparan.
“Hay una sensación de impunidad: cada nación cree que puede actuar a su antojo”, advirtió, describiendo un círculo vicioso en el que los países observan a las grandes potencias y luego se sienten con derecho a perseguir sus ambiciones mediante la guerra.
Vengan aquí y cambien la marea. Vengan aquí y comprendan que la cooperación internacional es esencial en un momento como este, dice Guterres a los dirigentes mundiales.
Frente a esta realidad, su llamado a los líderes es inequívoco: “Vengan aquí y cambien la marea. Vengan aquí y comprendan que la cooperación internacional es crucial ahora”.
La crisis es múltiple. Por un lado, los países en desarrollo afrontan “dificultades enormes, muchos ahogados por la deuda” y carecen de acceso a financiación favorable. Por otro, “el cambio climático aún no está bajo control” y existe el riesgo real de no mantener el calentamiento por debajo de 1,5 °C. A ello se suma el avance tecnológico sin regulación, que aunque tiene potencial, amplifica “el discurso de odio” y la “polarización de las sociedades”.
La solución: multilateralismo y diálogo.
Para cada problema, Guterres propone la acción concertada a través de la ONU.
En materia de paz, exige “negociaciones y mediaciones necesarias para, al menos, generar esperanza de paz”. Subrayó la necesidad de una solución de dos Estados para Israel y Palestina y de un cese al fuego inmediato en Gaza.
Ante la emergencia climática, insta a los Estados a presentar planes nacionales alineados con el objetivo de 1,5 °C, que impliquen “una reducción drástica de emisiones”.
Sobre la inteligencia artificial, aboga por “formas de gobernanza” que preserven la agencia humana y la conviertan en una fuerza para el bien.
En cuanto a la arquitectura financiera global, obsoleta e injusta, pide reformas que den voz a los países en desarrollo y “multipliquen los recursos disponibles”. “Nuestro sistema financiero internacional nació en la Segunda Guerra Mundial y hoy ya no refleja la realidad mundial”, resaltó.
Un mensaje de determinación
Cuando le preguntaron si alguna vez se siente desesperanzado, Guterres fue rotundo: “Nunca”. Citando a Jean Monnet, afirmó: “No soy optimista ni pesimista, estoy decidido”. Esa determinación se extiende a la propia ONU, que atraviesa una grave crisis financiera que ha obligado a recortes drásticos en operaciones humanitarias y de paz.
Su mensaje a los Estados miembros es directo: “Deben cumplir con sus obligaciones de contribuciones, porque si no lo hacen, tendremos que aplicar recortes severos (…) con consecuencias terribles para la vida de las personas”.
En un mundo con 122 millones de desplazados forzosos, economías al borde del colapso y un planeta que se recalienta, la receta de Guterres es clara: solo a través de la cooperación y el diálogo en el foro multilateral por excelencia se podrá hallar una salida.
“Lo que ocurre en cualquier parte del mundo repercutirá en nuestras propias vidas”, concluyó, “nuestra casa es el planeta, y los problemas en cualquier rincón son también nuestros problemas”. (AGENCIA ONU)
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