Salud

Cómo liberarse del estrés durante el fin de semana sin gastar dinero

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Echar una siesta sin fijarte en la hora… eso también resulta indispensable y sano.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Echar una siesta sin fijarte en la hora… eso también resulta indispensable y sano.

Vivimos en una cultura que nos incita a ser productivos, a la inmediatez y al consumo, lo que genera una acumulación de estrés a lo largo de la semana. Cuando llega el fin de semana, en vez de descansar, nos sentimos obligados a “sacarle provecho” con actividades que a menudo requieren dinero y nos dejan más agotados.

Desconectar del estrés no necesita viajes largos, cenas lujosas o planes pagos; es perfectamente posible relajarte y reencontrarte contigo mismo sin gastar ni un centavo.

Hay varias tácticas sencillas, prácticas y efectivas para que realmente descanses durante el fin de semana sin afectar tu economía.

Aunque parezca contradictorio, una de las mayores fuentes de tensión en los días libres es no “desconectar” de verdad. El móvil sigue encendido, las notificaciones continúan llegando y es fácil caer en la tentación de revisar correos laborales, responder mensajes o pasar horas en redes sociales sin aporte real.

Una buena práctica es crear periodos sin tecnología: puedes empezar con algo sencillo, como dejar el teléfono en modo avión por la mañana o apagarlo durante las comidas, o incluso establecer un “bloqueo digital” en determinadas horas del día.

Caminar es una de las actividades más subestimadas y curativas que existen; no necesitas ropa especial, una suscripción al gimnasio ni técnicas complicadas, solo tienes que salir de casa. Elige un parque cercano, una calle tranquila o simplemente recorre tu barrio, sin un objetivo marcado, sin contar pasos ni cronometrar el recorrido; observa el entorno, escucha los sonidos, respira profundo. Esta costumbre, además de sus beneficios físicos, ayuda a calmar la mente y a liberar la tensión acumulada.

No hace falta ser monje ni tener experiencia para practicar mindfulness; basta con estar presente. Puedes hacerlo mientras lavas los platos, tomas una ducha o saboreas una taza de té. La idea es concentrarte totalmente en lo que haces, notar las sensaciones, los ruidos, los movimientos, sin pensar en lo que vendrá después ni en lo que ya pasó.

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Otra opción más estructurada es la meditación. Hay innumerables guías gratuitas en internet, apps con ejercicios básicos y videos de meditación guiada; con solo 10 o 15 minutos puedes disminuir el cortisol (la hormona del estrés) y recuperar claridad mental.

Creemos que estar ocupados equivale a éxito, pero el descanso auténtico ocurre cuando nos damos permiso para no hacer nada: sentarse en el sofá sin culpa, mirar por la ventana, echar una siesta sin vigilar el reloj… eso también es fundamental y saludable.

Dejar espacios en blanco durante el fin de semana permite a la mente respirar; no es necesario llenar cada instante con actividades. A veces, lo más reparador es el silencio y la quietud.

Con frecuencia buscamos novedades, planes diferentes o experiencias costosas para sentirnos bien, olvidando que la mayoría de las veces el bienestar está en lo sencillo. ¿Tienes un libro que nunca terminaste? ¿Una lista de reproducción que hace tiempo no escuchas? ¿Un cuaderno para escribir lo que sientes?

Retomar actividades que ya disfrutas y que tienes a mano puede ser una forma poderosa de relajarte: leer, pintar, escribir, cocinar con lo que hay en la despensa, cuidar tus plantas o simplemente organizar tu espacio con calma son pequeñas acciones que devuelven una sensación de control y bienestar.

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