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El 1 % más acaudalado de la población global controla el 20 % de los ingresos y el 38 % de la riqueza

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

A pesar de los progresos alcanzados en educación, disminución de la pobreza y mayor productividad en las tres últimas décadas, las desigualdades estructurales, la escasa confianza en las instituciones y la lentitud del avance en áreas clave continúan obstaculizando la justicia social a nivel mundial, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El estudio titulado “La situación de la justicia social: Progresos en curso”, publicado antes de la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social que se celebrará en noviembre en Doha y coincidiendo con el 30.º aniversario de la Cumbre de Copenhague de 1995, concluye que el planeta es hoy más rico, más sano y mejor educado que antes, pero los beneficios no se han distribuido de forma equitativa y la reducción de las brechas se ha detenido.

Entre los retos persistentes, el informe indica que el 1 % más rico sigue controlando el 20 % de los ingresos y el 38 % de la riqueza, que 800 millones de personas viven con menos de 3 dólares al día (RD$180,00), que la proporción de ingresos entre hombres y mujeres se sitúa en el 78 % en 2025, y que si continúan las tendencias actuales, la brecha salarial requerirá entre varias décadas y un siglo para cerrarse.

Desde 1995 se han registrado avances significativos: la tasa de trabajo infantil entre niños de 5 a 14 años se redujo a la mitad (del 20 % al 10 %), la pobreza extrema cayó del 39 % al 10 %, la finalización de la primaria aumentó 10 puntos y, por primera vez, más de la mitad de la población mundial cuenta con cobertura de protección social.

Sin embargo, el informe subraya déficits graves y persistentes, como que el 71 % de los ingresos sigue determinado por circunstancias de nacimiento, como el país o el sexo; que la informalidad apenas disminuyó dos puntos en dos décadas y aún afecta al 58 % de los trabajadores; y que la diferencia de participación laboral entre hombres y mujeres solo se redujo en tres puntos desde 2005, manteniéndose en el 24 %.

El estudio advierte que, al ritmo actual, se necesitará un siglo para cerrar la brecha salarial de género.

Frustración en aumento

La confianza en las instituciones ha caído en todo el mundo desde 1982, reflejo de una frustración creciente por la falta de reconocimiento justo del esfuerzo.

La OIT advierte que, si no se refuerza el contrato social, esta erosión podría poner en riesgo la legitimidad de los sistemas democráticos y de la cooperación internacional.

La organización internacional señala que estas conclusiones llegan en un momento de transformaciones profundas, pues los cambios ambientales, digitales y demográficos están reconfigurando los mercados laborales a gran velocidad.

«Sin políticas deliberadas, estas transiciones podrían intensificar las desigualdades. Con las medidas adecuadas, inversión en capacidades, protección social, sistemas salariales justos y políticas activas de empleo, pueden convertirse en motores de inclusión y resiliencia», subraya el informe.

El director general de la OIT, Gilbert F. Houngbo, afirmó que «el mundo ha progresado de manera indiscutible, pero no podemos ignorar que millones de personas siguen excluidas de la oportunidad y la dignidad en el trabajo».

Añadió que la justicia social no es sólo un imperativo moral, sino esencial para la seguridad económica, la cohesión social y la paz.

El informe reclama una acción urgente para combatir las desigualdades en el acceso a oportunidades, garantizar una distribución más equitativa de los beneficios económicos y gestionar las transiciones ambientales, digitales y demográficas para que nadie quede atrás.

Resalta la necesidad de situar la justicia social en el centro de todas las políticas, desde la financiera e industrial hasta la sanitaria y climática, y de reforzar la cooperación entre gobiernos, instituciones internacionales y actores sociales para ofrecer respuestas coherentes a los desafíos globales.

Estas conclusiones alimentarán los debates de la próxima Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, en noviembre, y respaldarán el trabajo de la Coalición Mundial por la Justicia Social, una plataforma dirigida por la OIT que reúne a gobiernos, empleadores, sindicatos y demás socios con el fin de acelerar la acción y la cooperación hacia sociedades más justas e inclusivas.

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